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Vivir cerca de zonas verdes reduce en un 16 por ciento el riesgo de sufrir un ictus

La exposición a contaminantes ambientales como las partículas finas, el dióxido de nitrógeno o el hollín, incrementa de forma significativa el peligro

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  • Parque Genovés. -

Vivir a menos de 300 metros de zonas verdes reduce en un 16 % el riesgo de sufrir un ictus, mientras que la exposición a contaminantes ambientales como las partículas finas, el dióxido de nitrógeno o el hollín, incrementa de forma significativa el peligro de padecer un ictus isquémico.

Así lo ha revelado una investigación del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), el Hospital del Mar, la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitarias de Cataluña (AQuAS) y el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación La Caixa.



La investigación, que publica la revista 'Environment International' y que constituye uno de los trabajos más importantes publicados hasta ahora en Europa, ha analizado datos de toda la población de Cataluña, georreferenciando a más de tres millones y medio de personas.

Los autores consideran que estos resultados hacen necesario replantear los niveles máximos de contaminantes atmosféricos establecidos por la Unión Europea

El estudio ha tenido en cuenta la información de la exposición a tres contaminantes atmosféricos vinculados al tráfico de vehículos, de más de tres millones y medio de personas seleccionadas entre los 7,5 millones de residentes en Cataluña, aquellos de más de 18 años que no habían sufrido un ictus antes del inicio del trabajo.

En concreto, ha analizado el impacto de los niveles de las partículas de menos de 2,5 micras (PM2,5), del dióxido de nitrógeno (NO2) y de las partículas de hollín, en el lugar de residencia de cada una de las personas estudiadas.

También se ha analizado la cantidad y densidad de zonas verdes existentes en un radio de 300 metros de su domicilio después de referenciarlos geográficamente.

MÁS CONTAMINACIÓN, MÁS RIESGO DE ICTUS

Los resultados indican una relación directa entre el incremento de los niveles de concentración de NO2 en la atmósfera y el riesgo de sufrir un ictus isquémico.

Así, por cada incremento de 10 microgramos (µg) por metro cúbico, este peligro crece un 4 %, y lo mismo pasa cuando los niveles de PM2,5 se incrementan un 5 µg/m3.

En el caso de las partículas de hollín, el riesgo crece un 5 % por cada incremento de un µg/m3 en la atmósfera.

Según los investigadores, estos datos son iguales para toda la población, de forma independiente de otros factores socioeconómicos, de la edad o de la adicción al tabaco.

"El estudio demuestra la importancia de los determinantes ambientales en el riesgo del ictus. Teniendo en cuenta que la predicción es que la incidencia, mortalidad y discapacidad atribuida a la enfermedad irá creciendo en los próximos años, es importante conocer todos los factores de riesgo que están implicados", ha explicado la investigadora del IMIM-Hospital del Mar Carla Avellaneda.

"La gente que vive rodeada de un mayor grado de verdor en su lugar de residencia tiene protección ante la aparición del ictus", ha resumido Avellaneda, que afirma que la exposición a espacios verdes tiene efectos beneficiosos porque reduce el estrés e incrementa la actividad física y los contactos sociales.

Ante estos datos, los investigadores apuntan que hay que hacer una reflexión sobre los actuales niveles de contaminación atmosférica considerados seguros.

En estos momentos, los umbrales marcados por la Unión Europea son de 40 µg/m3 en el caso del NO2, que la Organización Mundial de la Salud reduce a 10 µg/m3, y de 25 µg/m3 en el de las PM2,5, que la OMS limita a 5 µg/m3, mientras que no hay niveles establecidos para las partículas de hollín.

"Pese a que se cumplen los niveles marcados por la Unión Europea, nos encontramos con la paradoja de que todavía hay riesgo para la salud, como el que hemos encontrado en este estudio, donde hay una relación directa entre la exposición a contaminantes en nuestro entorno y el riesgo de sufrir un ictus", ha concluido la investigadora del IMIM Rosa María Vivanco. 

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