La barriada rural de Lomopardo trata de sobreponerse a “una pesadilla” tras una madrugada en la que “no ha dormido nadie”, según explica su delegada de Alcaldía, Erika Torres.
La jornada de ayer fue especialmente dura para los 350 vecinos de este núcleo rural, que poco después de declararse el incendio quedaron cercados por las llamas sin posibilidad de abandonar la zona.
“No se podía salir ni entrar, pero tampoco podíamos estar dentro de las casas, así que los vecinos se echaban a las calles con cubos y mangueras para tratar de frenar la llegada del fuego”, resume Erika Torres.
Las llamas llegaron a estar “muy cerca de las viviendas”, si bien la acción de los bomberos evitó una tragedia mayor de la vivida.
La Policía Local pasó casa por casa invitando a los vecinos a abandonar sus domicilios, pero en la mayor parte de los casos no pudieron salir de Lomopardo porque la zona estaba cercada por las llamas.
Así que, una vez en la calle, los vecinos “hacían lo que podían”, evitando la acción del humo “con mascarillas, trapos húmedos de nariz hacia abajo” y remojándose “con mangueras” cada vez que tenían la oportunidad de hacerlo. “Estábamos rodeados, teníamos fuego por todos lados”, añade la delegada de Alcaldía.
La situación empezó a normalizarse ya bien entrada la noche, pero la gente tenía el susto en el cuerpo, de modo que en la barriada rural “no ha dormido nadie” e incluso se han hecho “guardias de media hora” para tratar de vigilar la zona.
Ahora toca empezar a evaluar los daños. Lo mejor es que no hay viviendas especialmente afectadas por la acción del fuego. Sí se contabilizan hasta ahora un par de vehículos y una barca calcinados y algunos animales muertos por inhalación de humo.
