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Provincia de Cádiz

Llamada a la calma por el temor a los pinchazos en discotecas

Sin positivos por sumisión química, La Policía cree que ha “tontos” que están haciendo “la gracia con una aguja” y el ocio nocturno reivindica su seguridad

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Andaluc�a Informaci�n Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
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  • La Policía Nacional descarta que los pinchazos denunciados en la provincia de Cádiz estén vinculados a agresiones sexuales o robos. -
  • La experta Alba Martínez Rebolledo afirma que hay que combatir las actitudes machistas de los hombres que van de fiesta

Lo que admitían algunos agentes de la Policía Nacional de manera oficiosa lo dijo, finalmente, el comisario provincial en Cádiz, Santos Bernal, esta semana en rueda de prensa, respecto a los pinchazos denunciados en la provincia: “Se está creando alarma social, se puede dar la circunstancia que alguien con una simple aguja haciendo la gracia, como hay tantos tontos en este país...”.

Ni Bernal ni los funcionarios consultados por INFORMACIÓN restan un ápice de importancia a estos casos, casi una decena en apenas diez días, y todos negativos en sustancias tóxicas, pero remarcan que ninguno está vinculado a la sumisión química, ni con robos o agresiones sexuales. “No logramos entender qué hay detrás de todo esto”, admitía el máximo responsable del cuerpo, pero “está generando miedo y cierto caos social”, lamentaba un uniformado, sin motivo, en opinion de Alexis Ruiz Martín, presidente de la Asociación de Salas de Fiestas, Bailes y Discotecas en Cádiz.

“No negamos que haya habido algún episodio de sumisión química por pinchazos en Cataluña o el País Vasco, pero en la provincia, no”, subraya. “Nuestro sector está súper controlado, el que más en hostelería”, agrega, recordando que “tenemos porteros en la puerta, seguridad dentro de los locales, vigilamos los baños y hay cámaras dentro de los establecimientos”. Además, la colaboración con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y las administraciones públicas, que han anunciado protocolos específicos para hacer frente a esta coyuntura es total.

Alba Martínez Rebolledo, agente de igualdad y experta en violencias sexuales en Equipo Ágora, también apela a la prudencia. Si bien, Equipo Ágora viralizó hace semanas una publicación en Instragram advirtiendo de esta práctica y detallando cómo actuar ante un episodio de este tipo, Martínez Rebolledo aclara que la sumisión química, bien por pinchazo o por el más frecuente uso de drogas en la bebida, solo representa, junto con las violaciones grupales, entre un 2 y un 3% de los casos de violaciones o agresiones sexuales.

La alarma agrava el discurso del miedo que se traduce en la pérdida de libertades de las mujeres. Recurre, en este sentido, el informe del Observatorio Noctambul@s, que advierte de que, “en las jóvenes, es algo innato ir con cuidado cuando se adentran en el mundo del ocio nocturno y el consumo, siempre advertidas por el miedo a las violaciones”, debido a la normalización de todo tipo de violencias. Según el último estudio llevado a cabo por la entidad, previo a la pandemia, los comentarios incómodos de carácter sexual son sufridos por un 97,1% de las mujeres  encuestadas; las insistencias ante una negativa continua son vividas en un 87% de los casos, de los cuales 72,7% se sufren con bastante frecuencia; los tocamientos no consentidos por parte de hombres hacia mujeres ascienden al 81,4% y un 44,7% de las mujeres encuestadas dicen haber sufrido acorralamientos.

A tenor de estos datos, la responsable de Equipo Ágora cita a la abogada feminista Carla Vall, quien afirma que “debemos romper con la imagen del perfil del violador prototípico para empezar a problematizar las actitudes machistas de los hombres que salen de fiesta con cada uno y cada una de nosotras”.

El estudio del Observatorio Noctambul@s advierte, finalmente, que “una violación sin fuerza física se puede dar en estos casos: la persona agredida estaba dormida, había consumido mucho alcohol u otras drogas y no tenía capacidad de reacción, había sido coaccionada para mantener la relación sexual, etc”. “Es preciso hacer frente a esa cultura depredarora”, concluye Martínez Rebolledo.

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