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Tambucho y Emparrillao

Sanitariamente hablando...

Que mala suerte tiene Barbate, que solo hemos vistos un cartel en el Zapal, las promesas de hacerlo en la Tarayuela, restaurar la Casa del Mar...

Publicado: 14/11/2022 ·
10:57
· Actualizado: 28/11/2022 · 12:31
Autor

Manuel Varo Pérez “Ica”

Autor que cantara a su pueblo por carnavales y escribiera parte de su historia en Barbate Información, Trafalgar Información y Viva Barbate

Tambucho y Emparrillao

Narrador empedernido de un paraíso llamado Barbate, donde la naturaleza se distingue por su belleza

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Pasando los límites del ‘Hoyo la Tota’,  los niños más atrevidos íbamos a jugar al ‘huerto de la Picota’, ávidos por descubrir cualquier paraje que diera rienda suelta a nuestra imaginación. Saltando su viejo alambrado llegábamos a unos anémicos árboles de hojas amarillentas y deformados frutos, que dejaban entrever la escasa savia que aquella tierra yerma proporcionaba a su floración y crecimiento. Solo destacaba un  majestuoso moral cuyo verdor competía con el azul de cielo. En la parte más baja, una vigorosa higuera invadía y casi rodeaba un abandonado y viejo caserón.

Un día, una de las ramas de aquella Higuera –particular trapecio de todos los niños–, quizás cansada del constante balanceo se astilló hasta romperse. La muñeca derecha que soportara la caída se me dobló como un alambre, y con más coraje que dolor, sorprendido por la curvatura que presentaba, ayudándome de la mano izquierda golpeé la muñeca contra la rodilla hasta casi enderezarla. La hinchazón y el dolor nos hizo regresar antes de tiempo. ‘La Ica’ me llevó a casa de ‘Tía Juana el Pilín’, curandera, ‘sastra’ y la jefa matriarcal de los Malia-Pérez del barrio.  Con sabionda experiencia y tras castigarme con su penetrante mirada, determinó ir a la Clínica. Allí me recibieron las amables sonrisas y disparates de Manuel Malia y Juan A. Valverde, que estaban de prácticas, y bajo la supervisión de Don Manuel Delgado, me ‘enyesaron el brazo’ (tipo L), –para entendernos: mano, muñeca, brazo y antebrazo. Por la tarde lo paseaba en cabestrillo como si fuera el trofeo de mi primera hazaña infantil.

Aquella Clínica –hoy colegio Estrella del Mar–, que en su parte baja vivían  las monjas y el conserje y familia, tenía una semicircular escalera que daba paso a la sala de espera,  consulta y curas de urgencia, ocho habitaciones para pacientes hospitalizados, salas de rayos X,  traumatología menor, dentista,  quirófano, y sala de paritorio, donde nacieron muchos barbateñ@s. Paralelamente, el ambulatorio del ‘Pósito Pescador’ atendía todas las especialidades, revisiones médicas, control y vacunación general. También el Consorcio tenía su particular practicante para los trabajadores  de ‘La Chanca y Almadraba’. Así que en los años 50-60, Barbate contaba con una importante dotación de médicos y practicantes, y un ejército de mujeres muy aventajadas, practicaban curas diversas e  inyectaban medicamentos recetados por los médicos.

Como en otras muchas cosas, exceptuando fiestas y jolgorios, la involución sanitaria aquí ha sido tremenda (alcantarillado, río, depuradora, centro de salud). Qué suerte tienen otros pueblos.  A Vejer, además de tener cerca el HARE le están restaurando y modernizando el ambulatorio, y para qué hablar de Conil o Chiclana. Y que mala suerte tiene Barbate, que solo hemos vistos un cartel en el Zapal,  las promesas de hacerlo en la Tarayuela, restaurar la Casa del Mar, o que la depuradora la iban a trasladar al ‘Bujá’; pero sólo cuando se aproximaban elecciones. También quiero acordarme de nuestros vecinos de Zahara, San Ambrosio, Los Caños y demás pedanía, que aún están en peores condiciones.

Será porque ahora visito la Casa del Mar más que los bares, me doy cuenta de la importancia que tiene “curar la salud antes que la enfermedad”, así que apoyemos a esos profesionales que cada día nos dan ejemplo de solidaridad con su ‘Marea Blanca’, y reivindiquemos con coraje y valentía un centro de Salud, para no convertirnos en los enfermos supervivientes de Janda. Sanitariamente hablando.

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