Al cierre de esta edición la compañía continuaba llamando a los trabajadores con los que cuenta para exponerles las nuevas condiciones y requerirles la firma de cierta documentación. Una documentación que hoy mismo podría enviarse a la Junta.
De esta forma, el personal que estaba a turno y que no ha sido llamado por La Seda podría tener las horas contadas en la empresa. La compañía decidió finalmente llamar a los que sí permanecerían por si alguno de ellos rechazaba las condiciones, cediendo así su puesto a uno de los posibles despedidos.
La sensación era claramente agridulce ya que aquellos que creían no continuar pero que han sido finalmente llamados mostraban felicidad mientras que la tristeza se apoderó de los casos contrarios.
