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Inercia y aprendizaje

En septiembre toca reanudar actividades tras el parón estival en el que todo se frena o se detiene temporalmente

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En septiembre toca reanudar actividades tras el parón estival en el que todo se frena o se detiene temporalmente. Muchos son los que dicen que vuelven con las baterías a tope después de estos días, aunque no serán pocos los que miren cada día el calendario para ver cuánto falta para el próximo fin de semana, o para el próximo puente. Debe pasarnos como a los aparatos electrónicos que ya tienen un tiempo, que aparentemente hacen una carga completa, pero que a poco que empecemos a usarlos nos da la impresión de que duran menos que antes, y hay que estar pendientes de cargadores y enchufes. 

La inercia nos lleva a querer mantener la actividad o inactividad previa y hay que esforzarse para cambiar rutinas. No obstante, la cuestión no es solo volver, sino cómo volvemos, con qué actitud, con qué ilusión y con qué ganas de intentar de nuevo lo que no hemos conseguido todavía, de mejorar lo que ya estamos haciendo, y de cambiar aquellas cosas que hemos comprobado que no funcionan. Ahí también hay que vencer inercias para aprender. Parece que Albert Einstein no dijo la famosa frase que se le atribuye: “locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”. No obstante, demasiadas veces esperamos que cambien los resultados sin cambiar el proceso, las actividades, y sin cambiar nosotros. 

Cada error y cada fracaso son oportunidades valiosas de aprendizaje, que deben llevarnos a cuestionar lo que hacemos, cómo lo hacemos y, sobre todo, por qué lo hacemos. Muchas veces la inercia nos lleva a reproducir comportamientos, procesos y actitudes sin pararnos a pensar demasiado. Estamos acostumbrados a hacer más que a pensar. Aquí sí podemos citar a Einstein cuando dijo: “si yo tuviera una hora para resolver un problema, y mi vida dependiera de la solución, gastaría los primeros 55 minutos en determinar la pregunta apropiada, porque una vez conociera la pregunta correcta, yo podría resolver el problema en menos de cinco minutos”. 

En el ámbito del emprendimiento se ha puesto de moda el concepto de pivotar, que no es más que la prueba y error del método científico. No obstante, eso no significa hacer cualquier cosa y ver qué pasa. Si funciona es que hemos acertado. Si no funciona, hay que pivotar y cambiar. El problema no es cambiar o no, sino hacerlo sin pensar y sin aprender. Si no, habremos avanzado poco desde el burro flautista de la fábula de Esopo.

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