Sanlúcar

Un joven de 16 años, natural de Rota, lucha por su vida

El expediente ha sido derivado desde el Hospital de Cádiz a Sevilla, donde aún se encuentra a la espera de autorización

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  • Un joven de Rota de 16 años necesita un desfibrilador automático -
  • Lleva más de un mes esperando que la administración autorice una intervención vital
  • Es la implantación de un desfibrilador automático (DAI)
  • Tras haber sufrido dos paradas cardíacas el pasado 6 de abril

Mientras Sevilla celebra su feria, un joven de 16 años lucha por su vida esperando una autorización médica.

Mientras la ciudad de Sevilla celebra su Feria de Abril entre luces, trajes y casetas, Alejandro, un joven de 16 años natural de Rota, permanece ingresado en el hospital de Cádiz luchando por su vida. Lleva más de un mes esperando que la administración autorice una intervención vital: la implantación de un desfibrilador automático (DAI), tras haber sufrido dos paradas cardíacas el pasado 6 de abril.

El diagnóstico es claro: arritmias malignas, una afección que puede provocar muerte súbita. Los médicos insisten en que el joven necesita un DAI tipo Aurora, el más adecuado para su edad y que garantizaría su calidad de vida. Sin embargo, la operación sigue pendiente debido a un proceso burocrático que ha retrasado la autorización necesaria por parte del Servicio Andaluz de Salud (SAS).

«Mi hijo cayó muerto en plena calle, lo reanimaron y desde entonces seguimos en el hospital sin respuestas claras», declara su madre, María Luisa. La familia denuncia que solo tras hacer pública la situación en redes sociales se ha comenzado a agilizar el procedimiento. Actualmente, el expediente ha sido derivado desde el hospital de Cádiz a Sevilla, donde aún se encuentra a la espera de autorización.

Desde el entorno de Alejandro se pide responsabilidad institucional y celeridad. «No se puede permitir que la vida de un menor dependa de una firma. Cada día sin el desfibrilador es un riesgo innecesario», subraya la familia.

Este caso pone de manifiesto los peligros de una burocracia que, lejos de proteger, retrasa la atención urgente que algunos pacientes necesitan para sobrevivir. Alejandro podría recuperar una vida normal si se le implantara el dispositivo adecuado. Lo único que lo separa de ello es una autorización administrativa.

La familia hace un llamamiento público para que se priorice la salud por encima del papeleo. “Mi hijo no puede seguir esperando. No pedimos privilegios, pedimos humanidad y eficacia. Que la administración actúe ya.”

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