El asunto era de vital importancia para los que se denominaban cristianos, pues significaba que, si Jesús no había observado la cena de Pascua judía el año de su muerte, no hubiera podido abolirla al instituir en su lugar y a continuación de ella la llamada “eucaristía”. Si la cena de Pascua se celebró la noche en que Jesús ya estaba muerto, dicha observación pascual continuaría en vigor y, por tanto, Jesús no habría inhabilitado el judaísmo, como se dice. El mismo Jesús argumentó, en contra de lo que después insinuó Pablo, que no había venido a derogar la Ley, sino a cumplirla, lo que significaba que el cristianismo en modo alguno habría sustituido al judaísmo, tal como pretendía Pablo.
Varias razones inducen a pensar que Jesucristo no pudo haber celebrado la Pascua judía del año de su muerte. En primer lugar, en la tradicional cena de Pascua se comía pan sin levadura. La palabra griega que corresponde a “pan ácimo o sin levadura” es “Azumon”, tal como indican los manuscritos griegos del evangelio de Lucas, 22:1, hablando de la cena de Pascua; pero en los mismos manuscritos griegos, cuando se habla de la cena de Jesús con sus apóstoles, se emplea el vocablo “Arton”, que significa “pan corriente o con levadura”, según se lee en cualquier traducción interlineal del griego koiné en Lucas 22:19 y en 1 Corintios 11: 23. El “arton”, empleado en la cena de Jesús con sus apóstoles, era pan corriente o con levadura, mientras que el “azumon” era el pan ácimo que se comía durante siete días, comenzando su degustación tras el atardecer del 14 de Nisán, ya en el día 15, en la cena pascual propiamente dicha.
En segundo lugar, la cena de Pascua judía la celebraba cada cual en su hogar con su familia íntima. Su ritual se limitaba a los miembros de la propia casa (padre, madre, hijos y otros familiares acogidos). No era cena para celebrarla con amigos, socios, maestros o discípulos. Así, pues, si Jesucristo celebró una cena con solamente sus apóstoles, sin incluir en la misma a su familia (madre y hermanos que estuvieran a su cuidado, ya que Jesús era el cabeza de familia en esas circunstancias), la cena en cuestión no pudo ser la de Pascua. Jesús, como fiel cumplidor de la Ley, no hubiera dejado a su madre a un lado en cena tan importante. Indudablemente, se trató de otra cena, una de despedida de sus discípulos, pues sabía que en la tarde del día 14, antes de la Pascua, iba a morir. El evangelista Juan lo recalca: “Antes de la fiesta de la Pascua, viendo Jesús que llegaba su hora…” (Jn: 13:1).
En tercer lugar, después de la cena pascual las familias debían permanecer en sus casas hasta la mañana siguiente, 15 de Nisán, primer día de los panes ácimos o de conmemoración de la liberación de Egipto, de donde partieron el 15 de Nisán (Números 33:3). Pero Jesús, terminada la cena, salió con sus discípulos en dirección al monte de los Olivos, al huerto de Getsemaní, donde fue apresado por una cohorte romana. No pudo, pues, haber sido la cena del 14 de Nisán (ya que para entonces Jesús estaba muerto) sino la de la noche anterior, la que celebró el Maestro con sus apóstoles. De otro modo no habría salido aquella noche al huerto de Getsemaní, como dice el evangelio que era su costumbre.
Hay un detalle que suele pasarse por alto con respecto a la fecha de celebración de la cena pascual judía. El cordero, cuyo sacrificio y preparación culinaria llevaba unas cuatro o cinco horas, se inmolaba “entre dos luces o entre dos tardes” del día 14 de Nisán, aunque la cena se efectuaba después, ya en la noche del día 15. La primera tarde, la llamada de la hora sexta, corría entre las 12 y las 15 horas; y la segunda tarde, la nona, entre las 15 y las 18 horas. Lo importante era el sacrificio del cordero dentro del día 14, ya que la cena en sí, aunque se tomase al inicio del día 15, tras la puesta de sol del día 14, era consecuencia natural de la inmolación. Ahora bien, si, como argumenta la Iglesia, la inmolación del cordero en la Pascua judía fue un prototipo del sacrificio de Cristo, el “Cordero de Dios”, era lógico que Jesús muriese en el mismo día en que después, entre dos luces o tardes, se sacrificaba el cordero, es decir, el mismísimo día 14 de Nisán. Si la inmolación del cordero se hubiera efectuado dentro del día 13, como argumentan casi todas las iglesias cristianas, no se correspondería la fecha con la de la inmolación del cordero mayor, Jesucristo. La cena de Pascua judía no revistió aquel año para Jesús tanta importancia como el sacrificio del cordero. Sabiendo que iba a morir el día 14, congregó a sus apóstoles para una cena especial de despedida el día 13 al caer la tarde, cena que nada tuvo que ver con la de la Pascua tradicional judía.