El tiempo en: Sanlúcar
Publicidad Ai
Publicidad Ai

Huelva

La malvada bruja, llamada CRISIS

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai

Aunque aún se desconoce quién es el malo malísimo que la ha hecho aparecer, lo que vemos es que ha dejado al descubierto todos los puntos flacos del sistema, desestabilizando a los mercados, a los Estados endeudados y a los ciudadanos de a pie, en la calle y/o en desempleo. Por consiguiente, empezamos a buscar culpables y fórmulas capitalistas que puedan sacarnos las castañas del fuego, poniendo en duda todos esos valores de hermandad, solidaridad y justicia sobre los que nos habíamos asentado, orgullosos de la Europa de los 27. Desde los estados miembros, se ponen en entredicho derechos que se consideraban inamovibles, debido al coste que supuso alcanzarlos, y se plantea un primer conjuro a realizar contra la bruja Crisis: limitar la circulación de las personas de países extracomunitarios. Pero, cuando se comprueba que esto no es suficiente, se echa por tierra eso que llaman libre circulación de personas por la UE de una manera sutil para evitar consecuencias negativas para algunos sectores, como puede ser el turismo, y se utiliza un nuevo conjuro: limitar el derecho al trabajo de los ciudadanos rumanos desde el verano de 2011. Esto se traduce en que puedes vivir como un europeo  más, en cualquier zona de España, pero trabajar son palabras mayores y queda limitado a una serie de condiciones. Ha pasado el tiempo y nuestro país, España, continúa cayendo hacia el fondo de un agujero que no parece tener fin, así que, en lugar de cambiar de estrategia, se sigue recortando derechos. Lo último ha sido limitar el acceso a la residencia de los ciudadanos europeos y a sus familiares directos, cuando estos tienen la nacionalidad de un país extracomunitario, en pos de salvar nuestro sistema de sanidad pública. Por ejemplo, si alguna persona española o de un Estado Miembro decide contraer matrimonio con una persona extracomunitaria, ésta última sólo podrá acceder a la condición de ciudadano comunitario si él o ella, o su cónyuge, tienen trabajo o recursos económicos propios para poder sustentarse, con lo que se limita por un lado, la posibilidad de elegir libremente donde residir con la persona con la que te has casado, y por otro, se limita el hecho de crear una nueva familia en un país que adolece de un envejecimiento demográfico grave. En fin, han transcurrido ya varios años desde que alguien lanzó el hechizo que hizo aparecer a la bruja crisis, pero hasta el momento lo único que nos han indicado con las medidas tomadas, es que la culpa la tiene "el otro”.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN