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En busca del 'narco'

El sonido incesante del motor de un helicóptero que sobrevuela la desembocadura del Guadalquivir da la señal de alarma social. No es la primera vez. Se han localizado varias 'planeadoras', de las usadas por los narcotraficantes para traer hachís desde Marruecos hasta la Península.

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  • Un agente de la Guardia Civil custodia una 'planeadora'. -

Ocho de la tarde. El sonido incesante del motor de un helicóptero que sobrevuela la desembocadura del Guadalquivir da la señal de alarma social. No es la primera vez. Los sanluqueños están acostumbrados a este ruido. Incluso las redes sociales se hacen eco de la operación antes apenas que las fuerzas de seguridad lleguen a la playa de Bonanza, frente al coto pesquero, una de las zonas calientes de entrada de hachís procedente de Marruecos en la provincia de Cádiz. La noche es perfecta. Una intensa luna llena sirve de cómplice para el negocio. Alumbra lo justo. Vigilancia Aduanera ha localizado varias embarcaciones que podrían haber servido para introducir esta sustancia estupefaciente. Agentes de Policía Nacional y Guardia Civil toman en pocos minutos los distintos callejones que desembocan en esta playa, junto al muelle pesquero de Bonanza y que, en la mayoría de las ocasiones, dificultan la búsqueda de los alijadores. Actúan demasiado rápido.

Media hora más tarde. La marea comienza a bajar. Varada en la playa deja una de las dos 'planeadoras' que han sido localizadas por las Fuerzas de Seguridad. Está "limpia", ni rastro de la droga, ni los motores, ni la gasolina restante ni ningún elemento que pueda identificar a quienes han actuado esta noche. Hay que buscar la droga. La Policía y la Guardia Civil peinan la playa. En apenas un kilómetro de costa el ambiente es radicalmente distinto. Junto a la primera planeadora se observan aún las marcas que los vehículos todo terreno han dejado en la arena. "Quizás estemos buscando algo que está ahí enfrente", dice uno de los agentes. Amparados en la noche, algunas cabezas se intuyen en las azoteas de los edificios que dan a la playa. "Si rastreamos ahí dentro encontramos algo", señala otro de los agentes que esta noche han participado en la operación. Son varias decenas, procedentes de varios puntos de la provincia de Cádiz, saben cómo funciona el negocio del narcotráfico. Un piloto rojo indica que desde uno de los callejones, otro testigo graba la escena. Los coches de la Guardia Civil blindan los callejones pero ni siquiera ellos están seguros. No es la primera vez que se pinchan las ruedas o se abuchea a aquellos que se encargan de velar por la seguridad de los ciudadanos e impedir el tráfico de drogas en la zona. A escasos 700 metros el ambiente es completamente distinto. En la Barriada de los Marineros, varios bloques de pisos que se elevan majestuosos sobre el tramo final del Guadalquivir, agentes de Policía Local y Nacional peinan la zona. Rastrean cualquier elemento que pueda identificar a quienes esta noche habrían introducido unos tres mil kilos de hachís. Entre ambas barriadas aparece otra planeadora. "Lo hacen en dos tandas, cada lancha trae 1.500, así si los cogen las consecuencias penales son menos", apunta uno de los agentes. Centenares de personas, entre ellos muchos niños, se dan cita en los bajos de sus viviendas, atentos al desenlace de los acontecimientos. "Hay más gente que cuando sacan a su Virgen", se escucha. Saben lo que pasa pero nadie habla. "Qué miedo", dice una señora. Otra apela a los agentes: "Voy a por mi chiquillo que estaba por la playa con la bici". Los policías se lamentan. Son 'carne de cañón'. Un grupo de jóvenes regresa por la pasarela de acceso a la playa. "Estábamos viendo el helicóptero y eso", se justifican. Nadie está dispuesto a dar pistas. 

El rastreo da resultados, aunque no el esperado. "Quienes han metido la droga ya no están por aquí". Han detenido a un individuo que portaba un fardo de hachís. Quizás sea la pista para atribuir el alijo a una de las -al menos seis - redes de narcotráfico que la Guardia Civil tiene identificadas y vigiladas en la zona. Las pastillas de hachís que componen estos fardos, con un valor en el mercado que se postula solución para quienes ahora son víctimas de la crisis, suelen contener un identificativo de calidad de la droga. El narcotráfico también se ha dejado influir por la crisis. Sanlúcar ya no es lo que era. No hay ese nivel de opulencia de quienes trafican con droga para vivir mejor. Con más de 12 mil parados, ahora muchos se arriesgan para ganarse la vida. El dinero que antes empleaban quienes se vinculan a este negocio en los restaurantes más caros de la ciudad ahora es necesario para que la familia salga adelante. Tampoco se ven vehículos de alta gama. Esos Audi Q7 que dieron lugar a mazazos policiales contra el tráfico de hachís en la ciudad y que ampliaban las diligencias judiciales al blanqueo de capitales, han quedado atrás. Ahora, las fuerzas de seguridad intensifican el trabajo de campo. 

Dos y media de la mañana. De nuevo el mismo sonido. La búsqueda del narco continúa. El trabajo no ha terminado.

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