Decenas de miles de tunecinos han salido a las calles este sábado para exigir de nuevo la dimisión del Gobierno islamista y el cese de las tensiones políticas, en la que ha sido la mayor de las protestas en la capital desde la muerte del líder opositor Mohamed Brahmi en julio.
Los asistentes a la protesta han ondeado las banderas de Túnez y han portado fotos de Brahmi frente al edificio donde los diputados, mayoritariamente del partido gobernante Ennahda, han estado redactando la nueva Constitución hasta el inicio de las movilizaciones.
"Están acabados, deben marcharse", ha dicho el profesor de educación física Husem Ben Hasen en la manifestación, envuelto en una bandera tunecina. "Necesitamos un gobierno para todos los tunecinos", ha apostillado.
Después del fracaso del diálogo esta semana, el principal partido de la oposición, el Frente de Salvación, una coalición de formaciones de izquierda y tradicionalistas, han amenazado con intensificar las protestas contra el Gobierno islamista.
"Hemos de poner más presión sobre el Gobierno para que dimitan. No hay otra solución", ha exclamado el dirigente opositor Jilani Hammami. "Si esperados a Ennahda, seguirán durante dos meses y continuarán con su programa", ha advertido Hammami.
Las divisiones entre los sectores islamista y laico de Túnez se han acentuado desde la caída en 2011 del entonces presidente, Zine el Abidine Ben Alí, en el marco de las revueltas de la denominada 'Primavera Árabe'.
Si bien durante la transición predominó la calma, con Ennahda gobernando en estrecha colaboración con pequeños partidos laicos, la tensión se ha acrecentado a lo largo de los últimos meses con la muerte de dos destacados líderes opositores a manos presuntamente de milicianos islamistas.
Todo ello con la redacción de una nueva Constitución en el tintero y la convocatoria de unas nuevas elecciones pendientes y en riesgo de que se lastre el crecimiento económico del país.