El periodista jienense Juan Rubio Fernández, director de la revista Vida Nueva, conocedor como pocos de la realidad de la Iglesia española, y autor de varios libros sobre temas vinculados con la Iglesia y sus relaciones con la sociedad, acaba de presentar su última obra, editada por Planeta, con el título de “El fin de la era Rouco”, en donde pasa revista a la figura del actual presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Antonio María Rouco Varela, que en breve dejará el cargo, con lo que se dará paso a una nueva etapa, de expectativas, en gran medida propiciadas por la llegada hace un año a la sede romana del Papa Francisco. Juan Rubio se remonta a 30 años atrás, cuando la Iglesia española inició un camino “muy marcado por la dependencia de Roma y por un intento de recuperar la España católica añorada por algunos”.
En un momento en el que “soplan vientos de cambios”, el autor aprovecha para echar la vista atrás, hacia las debilidades y fortalezas, a un largo periodo, desde 1994 en Madrid y desde 1999 en la Conferencia Episcopal, donde ha puesto rostro el cardenal Rouco. Rubio se pregunta como reflexión si “sabrá la Iglesia española dejar atrás los tics del pasado y mejorar su imagen a los ojos de la sociedad” y sobre todo “si será capaz de iniciar una verdadera reforma desde dentro que la lleve al siglo XXI”. El autor reconoce que Rouco ha tenido un poder decisivo en el interior de la Iglesia española, sobre todo en los últimos veinte años, marcando, e incluso hipotecando, el futuro inmediato. Destaca de él que desde su llegada a Madrid, puso todo el empeño y los medios adecuados “para lograr que la Iglesia tuviera su significación en la sociedad española y no perdiera sus raíces católicas. Su apuesta ha sido fuerte, su tesón ha sido meritorio”, señala, para poner de relieve que el cardenal de Madrid ha sido el hombre en España de dos papas, Juan Pablo II y Benedicto XVI. “Ambos siempre creyeron que este país, puente con América Latina, empezaba a ser también el laboratorio del laicismo en Europa. Había que frenarlo con decidida voluntad y encontraron a la persona idónea.
Lo habrá hecho mejor o peor, pero nadie puede negar que ha sido fiel a lo que se le pidió”, escribe con rotundidad. Juan Rubio afirma que este libro no es una biografía al uso, tampoco una pieza laudatoria de despedida del cardenal, ni por supuesto se trata de un ajuste de cuentas, sino de una crónica al estilo periodístico sobre un periodo protagonizado por su figura, y dirige la mirada hacia “los aires renovadores de un nuevo Papa, que pide una Iglesia más hogar que aduana, más mesa que estrado, más camino que callejón sin salida”, frente a la época que acaba en la que, “según comentan importantes y cualificadas voces, ha habido demasiadas aduanas, muchos estrados y callejones taponados”. Resalta asimismo que Rouco forma parte de los personajes de la vida pública que se han convertido en “imaginarios colectivos”, y cuyos nombres son asociados a ideas, posturas ideológicas o actuaciones, que en muchos casos poco se ajustan a la realidad, y comenta una encuesta reciente en la que el cardenal de Madrid aparecía como alguien “siniestro, conservador, de la extrema derecha, del Opus Dei y de otras lindezas más”, pero por muchas personas que no sabían reconocerlo en una fotografía, lo que considera una prueba de “cómo trata la sociedad a personajes públicos: dejándose llevar por tópicos corrientes”. Y pasa a analizar las claves que han marcado su poder, lo que hace “con benevolencia, virtud que no es ajena a la verdad”.