La mayor parte de los rebeldes atrincherados desde hace tres meses en Slaviansk, símbolo de la sublevación prorrusa contra Kiev, abandonaron esta madrugada la ciudad que ayer quedó cercada por las fuerzas ucranianas, informó hoy el ministro de Interior de Ucrania, Arsén Avákov.
"Inteligencia comunica que Guirkin (más conocido como Igor Strelkov, jefe de las milicias de la ciudad) y la mayor parte de sus guerrilleros han huido de Slaviansk, sembrando pánico entre los pocos (milicianos) que han quedado", escribió Avákov en su Facebook.
La Administración del presidente ucraniano, Petró Poroshenko, confirmó la rendición de Slaviansk a las fuerzas gubernamentales e informó de que la ciudad era barrida por unidades de reconocimiento ucranianas.
"El presidente ha ordenado al jefe de Estado Mayor izar la bandera estatal sobre el Ayuntamiento de Slaviansk", señala un comunicado de la Administración presidencial.
El jefe del Estado Mayor ucraniano, Víktor Muzhenko, que ayer tomó parte en la toma de la localidad de Nikoláyevka, próxima a Slaviansk, reportó a Poroshenko que "los guerrilleros intentaron romper el cerco esta madrugada y cayeron bajo el fuego de morteros disparado por los militares ucranianos".
Sin embargo, numerosos testigos citados por varios medios ucranianos aseguran que los insurgentes rompieron esta madrugada el supuesto cerco a la ciudad y se trasladaron a la vecina Kramatorsk con casi todos sus efectivos y medio centenar de vehículos y blindados.
El ministro de Interior, al igual que otros testigos del repliegue de los separatistas, señalaron que al menos una columna de los rebeldes se dirigió en dirección a la ciudad de Donetsk, capital de la región homónima, con un millón de habitantes y en manos de los prorrusos.
Los combates por Slaviansk, el primer lugar del este ucraniano donde los separatistas tomaron las armas para establecer su control total sobre toda una ciudad, no habían cesado en más de dos meses, ni siquiera durante el teórico alto de fuego unilateral decretado por Kiev, vigente entre los pasados 20 de junio y el 1 de julio.
Las fuerzas ucranianas expulsaron a los separatistas de Nikoláyevka, última ruta de abastecimiento que tenían los milicianos atrincherados en Slaviansk, en la que permanecen aún alrededor de 45.000 de sus 120.000 habitantes.
Por otro lado, hoy concluye el plazo acordado por Kiev, Moscú, París y Berlín para celebrar una nueva ronda de consultas entre el Gobierno ucraniano y los separatistas que podría cristalizar en nuevo alto de fuego en el este de Ucrania.
Poroshenko ofreció ayer a los sublevados celebrar este sábado la ronda de consultas y quedó a la espera de que otros miembros del llamado grupo de contacto (Ucrania, Rusia, OSCE y los separatistas) confirmen hora y lugar para la reunión.
El presidente ucraniano ha accedido a negociar con los rebeldes e incluso a declarar un cese de hostilidades duradero, al que ha puesto tres condiciones: su cumplimiento por los sublevados, la liberación de todos los prisiones y el establecimiento del control sobre la frontera ruso-ucraniana, con la cooperación de Rusia y bajo la vigilancia de la OSCE.
En un aparente cambio de rumbo, Poroshenko ya no exige a los separatistas la rendición total como única condición para poner fin a la operación militar lanzada por Kiev contra los insurgentes que actúan en las regiones de Donetsk y Lugansk, como sí hacía en su plan de paz presentado el pasado mes de junio.