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Carbón bético, premio sevillista (0-2)

El Sevilla brindó a sus aficionados una victoria el día de Reyes derrotando al Betis en el Villamarín y dejando los octavos de Copa prácticamente decididos

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  • Alegría y desazón -

Partido y eliminatoria sentenciada. Lo que deparó el derbi sevillano el 6 de enero, día de Reyes, fue una victoria clara de un Sevilla, que sin la quinta marcha metida, clavó una lanza en el césped del Villamarín y liquidó (salvo sorpresa mayúscula en el duelo de vuelta en el Sánchez Pizjuán), los octavos de final de la Copa del Rey ante un Betis inferior de principio a fin y al que no le da.

El encuentro arrancó desde las alineaciones con un dosis importante de imaginación a lo que comúnmente se conoce en el mundo del fútbol como un ataque de entrenador en toda regla. Tanto Mel como Emery (más el primero que el segundo), dispusieron un once titular con varios jugadores no habituales.

Indescriptiblemente, el técnico madrileño dejaba fuera a Adán, Dani Ceballos, Joaquín y Rubén Castro. Por parte del entrenador vasco, futbolistas habituales como Konoplyanka o Gameiro, se quedaron en el banquillo.

Un choque que parecía encaminado en los minutos iniciales a discurrir en paralelo al duelo de Liga del mes de diciembre, cuando al borde del cuarto de hora del partido, un pasillo en la zaga verdiblanca fue aprovechado por Krohn-Dehli, cuya internada desde el pico del área se acabó convirtiendo en la oportunidad perfecta para que el danés se plantara delante de Dani Giménez y su lanzamiento raso se alojara en el interior de las mallas locales ante el delirio de la afición sevillista.

Si de por sí, el ambiente en el Villamarín era frío, el tanto rojiblanco congeló los deseos béticos que terminaron recibiendo un saco de carbón por Reyes.

Y el Sevilla, al ralentí, adormilaba por momentos el duelo, llevándoselo a su terreno y con el espíritu de un equipo que aunque no esté en su mejor versión, sigue manteniendo el espíritu ganador al que no renuncia desde hace más de una década.

Por su parte, el Betis, acució la falta de concentración y calidad que destila en todos y cada uno de los partidos que disputa, con peor o mejor fortuna, dependiente del rival y del olfato goleador de Rubén Castro, inexistente en este último derbi.

Y en estas, un cambio obligado, el de Petros por Joaquín por diferentes circunstancias en la primera mitad; que tocaría a su fin siendo dominada por el Sevilla en el marcador y en el juego, frente a un Betis que no está para estos trotes.

Felicidad y algarabía visitantes que aumentó más si cabe en el arranque del segundo periodo, cuando Krychowiak acertó a depositar el esférico en el interior de la portería bética, tras un cúmulo de rechaces y despropósitos por parte de la zaga verdiblanca, cuya incapacidad manifiesta para dar consistencia a la zona defensiva local, volvió a quedar demostrada una vez más.

A 20 minutos de que el árbitro decretara el fin; dos postes sevillistas (larguero y palo de Banega) que pudieron ser ya definitivos para el cruce; una pena máxima errada de la peor manera posible por Rubén Castro que vació el Villamarín y por último, la expulsión de N’Diaye como consecuencia de una entrada a destiempo a Cristóforo.

Así se cerró el segundo derbi de la temporada. Con triunfo nervionense y caída bética. Para el martes 12 de enero, la tercera entrega de una saga que está acaparando el Sevilla, cuyo rumbo en la Copa se aclara. En cuanto al Betis, se avecinan nubarrones.

 

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