Nacida en Torrelavega (Cantabria) en 1961, Sandi asegura que muchos estudios indican que cuando algo nos llama la atención emocionalmente, como los atentados del 11-S, recordamos mucho más ese momento y lo que estábamos haciendo. Algo similar ocurre con el estrés.
“Cuando tenemos que hacer algo que nos estresa y al final lo conseguimos, esa activación fisiológica facilita el almacenamiento de la memoria”, afirma Sandi, quien recalca que no se trata de aplicar el dicho de “la letra con sangre entra”, porque el estrés negativo puede generar un bloqueo.
Sandi ha centrado sus investigaciones en la compresión de cómo el estrés afecta a la función cerebral de la conducta y la cognición y cómo los fármacos llamados potenciadores cognitivos pueden hacer que el hombre incremente su capacidad de memoria.
El equipo de Sandi investiga con animales si este fenómeno es cierto desde el punto de vista biológico: ante determinadas situaciones los individuos activan respuestas fisiológicas, generan adrenalina, lo que se traduce en una activación cerebral y la facilitación de los mecanismos sinápticos, para aprender.