Entre los años 2003 y 2015, el número de víctimas mortales por violencia de género ha sido de 826, entre 52 y 76 mujeres cada año, según un boletín estadístico del Ministerio de Igualdad. La Asociación Mujeres Supervivientes de Violencias de Género de Sevilla, formada por mujeres que han vivido la violencia en primera persona, propone una metodología de intervención cercana y original que funciona para romper los ciclos de violencia machista.
El equipo de seis personas que conforma esta entidad, además de numerosos voluntarios, está disponible las 24 horas del día, todos los días del año, para ayudar a toda mujer que se encuentre en una situación de incertidumbre ante el maltrato. Antonia Ávalos, una de las fundadoras de la asociación en 2013, dice que atienden entre “tres y cuatro mujeres al día” a las que les elaboran un plan de actuación personalizado dependiendo de las necesidades de cada una y valorando el riesgo que corren. Para ello cuentan con mujeres voluntarias especializadas en el mundo de la psicología y el trabajo social.
Una de las principales actividades de la Asociación Mujeres Supervivientes de Violencias de Género es el comedor social de Casa de El Pumarejo, situado al norte del casco antiguo, donde se reúnen tres veces por semana entre 40 y 45 mujeres para compartir “los alimentos y la esperanza” en una situación de “gran precariedad” entre las mujeres más necesitadas. En esta “escuela de igualdad” que es el comedor, participan y ayudan tanto mujeres como hombres de forma solidaria, de modo que se intentan desmontar los roles de género.
Bajo el lema Desde el sur construyendo la igualdad, la asociación lleva a cabo numerosos talleres de ayuda enfocados a chicas más jóvenes y a mujeres, donde se pretenden desmontar los estereotipos de género, aprender a tener una relación y cómo poner límites, cómo mejorar la autoestima y el empoderamiento de la mujer etc.
Pero la ayuda va más allá de todo ello, si fuera necesario, Antonia Ávalos y su “pequeña familia”, ayudan a las mujeres que lo requieran a encontrar empleo, vivienda o incluso empadronamiento. “Las secuelas de la violencia son para toda la vida y el proceso traumático queda ahí aunque se aprenda a gestionar y a vivir con él” cuenta Ávalos.
Para aprender a vivir en una situación de no-violencia, estos talleres de ayuda comprenden actividades como la danza y el teatro para tener confianza y “reconciliar cuerpo y mente”, la lectura emocional, charlas de sexualidad y espacio personal entre otros.
Para colaborar con la Asociación Mujeres Supervivientes de Violencias de Género, además de realizar donativos o apuntarse al voluntariado, se puede comprar el vino Le Vin Violette, "vino ecológico cosecha de mujeres libres" de fabricación propia, por 8 euros cada botella. ¿Quién iba a imaginar que con una copa de vino Le Vin Violette se puede brindar por la vida de una mujer?
