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Campo de Gibraltar

Denuncian la falta de recursos asistenciales tras las últimas pateras

La asociación Pro Derechos Humanos y el alcalde barbateño coinciden en señalar la insuficiencia de los medios para afrontar la inmigración del Estrecho

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  • Concentración en Barbate -

Los 14 kilómetros de mar que separan África de Europa en el Estrecho de Gibraltar siguen siendo un cementerio de sueños, casi treinta años después de que se comenzaran a contabilizar las primeras llegadas de pateras. En ocasiones, como la del pasado 27 de enero en Barbate, son las propias  olas las que llevan a la orilla la imagen más cruda de esta inmigración.   El hallazgo ese día de un niño subsahariano provocó reacciones a distintos niveles.

La investigación abierta por la Subdelegación del Gobierno en Cádiz trata de confirmar si se trata o no de Samuel, el menor de seis años que, acompañado de su madre y nueve personas más, salió desde Tánger en una barca hinchable,  el pasado 11 de enero. Una endeble embarcación que nunca llegó a su destino.

El mar devolvió unos días después los cuerpos de cuatro hombres y una mujer que viajaban en esa patera y, más tarde, el del niño, que, a falta de una identificación oficial, podría ser Samuel. Lo que no han devuelto las aguas  aún son los cuerpos de los otros cinco ocupantes, entre ellos el Verónica, precisamente la madre de Samuel, que con él había recorrido más de 5.000 kilómetros desde el Congo, en un viaje que emprendieron seguramente huyendo de la guerra del país y de su violencia.

Trámites
La Asociación Pro Derechos Humanos deseó que la investigación abierta dé sus frutos para que “la familia que quede pueda recoger el cadáver” de este menor. “Mientras nuestro Gobierno y el de la Unión Europea dedican partidas millonarias para el control, el rechazo y  construir fortalezas europeas, y dedica millones de euros para barcos, policías, concertinas, alambradas, detectores de movimientos, SIVE, etc en cambio, los presupuestos dedicados a las personas que han podido perder sus hijos o sus madres, sus familias, en este mar de muerte que se ha convertido el Mediterráneo, es cero”, lamentó el portavoz de dicho colectivo, Rafael Lara, en declaraciones a Información.

Ante esta situación, expuso que tienen que ser las propias ONG las que ayuden a la identificación y otras tareas. “No hay ni un protocolo para estas actuaciones”, criticó. “Son las familias las que tienen que moverse y llamar a las puertas de las ONG y las administraciones”, comentó. En cuanto a los actos solidarios celebrados esta semana en Barbate por distintas entidades, indicó que “es una buena muestra de que la sociedad no se deja adormecer y permanecer totalmente indiferente, que es lo que le gustaría a los gobiernos de la Unión Europea y de España”.  No obstante, matizó que “hay una parte de la sociedad que no se solidariza lo suficiente” por mensajes gubernamentales sobre la inmigración y una cierta “indiferencia” ante el “bombardeo” continúo de imágenes sobre la inmigración y la aparición de cadáveres. “Terminamos acostumbrándonos a estas tragedias cotidianas como si fuera una cosa natural y no deberíamos acostumbrarnos”, apostilló, aunque también mencionó que “hay gente que se está dejando llevar por la impotencia”.  Ahondó en este sentido diciendo que la sociedad “reacciona siempre”.

En este sentido, incidió en que se han llevado a cabo acciones de diverso tipo, desde escritos al Parlamento Europeo hasta estudios, además de distintas propuestas ante, a su juicio, los “oídos sordos” de las propias autoridades con competencias en este asunto ante el “clamor social” que “pide una política más acogedora, más solidaria”. “En cambio, sí escuchan a los sectores que expresan las características más bajas de la sociedad, como son el racismo y la xenofobia”, opinó.

Lara puso así  en entredicho las políticas migratorias europeas y españolas y argumentó que dichas autoridades “miran hacia otro lado” ante estas personas que mueren al “incumplir” estos reglamentos internacionales, y consideró que no se ponen las medidas necesarias para evitar estas “tragedias”.
En cuanto a los medios locales en Barbate para dar respuesta al fenómeno de la inmigración, consideró Lara que son “insuficientes”.

Ayuntamiento

Por su parte, el alcalde de Barbate, Miguel Molina, subrayó la solidaridad mostrada en la localidad a través de los distintas concentraciones celebrados en los últimos días, máxime “cuando se le pone nombre y apellidos a víctimas que no tienen culpa de nada y que están pasando este tipo de penalidades”.

“Barbate es muy sensible con este tipo de cosas”, manifestó el primer edil a este diario. Preguntado por qué pueden hacer las administraciones locales de esta zona del Mediterráneo ante tal drama social, recordó que los ayuntamientos no tienen competencias en este asunto, si bien apuntó a “la falta de recursos de los municipios” ante este tipo de cuestiones. Así, esbozó que “lo normal es que estemos dotados los municipios con Cruz Roja, ya que aquí había un módulo abierto”.

También apeló al “papel humanitario” de la Guardia Civil, cuyos efectivos, según consideró, se ven “desbordados” ante este ámbito de la inmigración. De hecho, pidió que se tenga en cuenta la singularidad de la ubicación barbateña para dotar a la zona de mayores medios con los que atender la inmigración. “Con todos mis respetos hacia otras comunidades autónomas, no es lo mismo tener veinte mil habitantes en el centro de dos continentes, como son África y Europa, que en el centro de Salamanca”, expuso, para así mejorar, según dijo, las funciones de control y de labores humanitarias. “Nos gustaría que las políticas internacionales fueran más efectivas, sobre todo en los sitios de origen, que es donde deben incidir evidentemente las políticas de inmigración”, reflexionó. 

Unas políticas que, a su juicio, puedan frenar situaciones como la del mencionado naufragio. “Es lamentable cómo vienen algunas familias, como es el caso de madres con niños, que vienen en barquitas prácticamente de juguete, jugándose la vida sin saber nadar siquiera. La mayoría viene de interior. Y son como plomo cuando caen en el agua, no saben mantenerse a flote”, señaló. Molina lamentó las circunstancia que llevan a la inmigración: “es triste, meterse en un barquito de esos es correr el riesgo de morir”.

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