Hay procesiones de lujo, austeras, con escenas dramáticas, curiosas y con rivalidades cofrades ancestrales. La Pasión de Cristo convertida en un acto de Fe y también en una manifestación propia de las mejores coreografías, en las que no falta la ambientación, la música y el silencio, el olor a cera quemada y a incienso y a flores recién cortadas, porque la vida termina y empieza de nuevo. En cada rincón de la provincia, una Semana Santa singular desde el día 14 de abril hasta el 21 de abril de 2019.
En una provincia con tanta historia -y más de 300 Cofradías y Hermandades- la Semana Santa ha tamizado todos los aconteceres y en ella se refleja desde de conquista cristiana de Al-Andalus hasta la huida de Gibraltar.
La historiadora Ana Gómez Díaz-Franzón, en el volumen “La Semana Santa como patrimonio cultural de Andalucía” de Ediciones Tartessos ha publicado “La Semana Santa en Cádiz”, una radiografía en el tiempo y en el espacio de sus orígenes, de su evolución y de sus manifestaciones actuales.
Desde 1488
Como en toda Andalucía, la Semana Santa se caracteriza por la sucesión de procesiones de las diferentes Hermandades desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, algunas tan antiguas como la del Mayor Dolor de Jerez, fundada por zurradores, zapateros y curtidores en 1488, la del Cristo de las Misericordias de Chipiona, cuyos estatutos más antiguos datan de 1550 ó la de la Vera-Cruz de Cádiz, que data de 1566, cuyo crucificado es conocido como el “Emperador Dormido”. Otras Cofradías se caracterizan por ser multitudinarias, como la de La Palma, en la capital, que cuenta con más de 3.000 Hermanos.
Arte
La Semana Santa en la provincia de Cádiz es también una gran manifestación artística. Titulares antiquísimos y de gran valor histórico, orfebrería y ajuares de las imágenes, exquisitos adornos florales y, cómo no, los bordados que exornan tanto los vestidos y mantos de las Vírgenes, como las insignias de las Hermandades.
Singularidades de la Semana Santa
En Cádiz no hay que perderse el Domingo de Ramos el Cristo de la Humildad y Paciencia, antiquísima talla cuya Cofradía fue fundada en 1621 por un grupo de cargadores de indias de origen vasco.
El Jueves Santo destaca el Nazareno, que desde su salida hasta la recogida, bien entrada la madrugada, es el alcalde perpetuo de la ciudad. La noche siguiente, Viernes Santo, la gran sobriedad y silencio del cortejo de la Buena Muerte. Expertos de la Santa Sede han considerado este crucificado como la mejor representación de Jesús Crucificado en la cristiandad.
En Jerez destaca “el Prendimiento” con su espectacular árbol olivo, uno de los más grandes de la Semana Mayor de Andalucía, y la “Amargura”, Hermandad de gran devoción y tradición cofrade en la ciudad, así como tradiciones tan particulares como la “trompeta saetera” de la hermandad del Mayor Dolor, vestigio del antiguo toque de corneta utilizado para avisar al pueblo de la presencia de algún saetero.
Un momento especial en la Semana Santa de San Fernando es el paso de la Cofradía de las Tres Caídas ante la popular Venta de Vargas, tan vinculada al cantaor Camarón de la Isla, donde el Jueves Santo los saeteros le cantan al Titular.
Mención especial merece la imagen del Cristo de las Misericordias en la Semana Santa de Chipiona, que tiene un gran arraigo popular con motivo del Terremoto de Lisboa de noviembre de 1755. Cuando las aguas inundaron la ciudad, el pueblo sacó al Cristo en rogativa y las aguas bajaron de nivel seguidamente, por lo que fue considerado un milagro.
En Rota llama la atención el sermón del Nazareno, que se viene celebrando desde mediados del siglo XVIII la madrugada del Viernes Santo. Tras el toque de la trompeta dolorosa, el orador –habitualmente un cantaor- recuerda como el Señor, condenado a muerte, tomó la cruz y salió camino del Gólgota y una mujer –Santa Mujer Verónica- limpia el rostro del Señor dejándolo estampado en un lienzo, un hecho representado por una joven vestida de hebrea. Además, cabe destacar especialmente la salida y recogida de la Virgen de los Dolores en la Capilla de la Caridad (Jueves Santo), que la realizan los costaleros de rodillas. Asimismo resaltaríamos la procesión del Martes Santo donde los hermanos de la Vera-Cruz llevan cruces y realizan todo el itinerario completamente en silencio.
En Puerto Real destacamos la recogida de la Virgen de la Soledad, considerada como la única dolorosa realizada por la Imaginera Luisa Roldán “La Roldana”, en 1688, así como el ritual de los "tres portazos" que se dan a la imagen, en recuerdo a aquéllos que la Madre Loreto dio a quienes quisieron quemar la iglesia en 1936.
Ana Gómez dice que algunas cofradías han optado por recuperar la primitiva austeridad de la Semana Santa, como la del “Nazareno” de Chiclana o la de la “Salud, Amor y Sacrificio” de Jerez, donde los nazarenos no llevan antifaz sino el antiguo capuz.
El hecho de que Sanlúcar de Barrameda fuera desde hace siglos puerto de partida hacia América de la evangelización cristiana, provocó que en la localidad hubiera un gran número de religiosos y de conventos, además de un legado monumental que se convierte en el escenario de los recorridos procesionales.
De interés turístico
Muchas de ellas están declaradas de Interés Turístico Nacional, como las de Jerez o Arcos de la Frontera, donde los pasos apenas caben por las calles estrechas y empinadas. Además, la Junta de Andalucía considera de Interés Turístico la Semana Santa de una veintena de pueblos gaditanos. Entre ellos figura la de Alcalá del Valle, donde destaca el Domingo de Resurrección, caracterizado por el desfile de hornazos y la “Carrerita de San Juan”, en la que el Santo recorre a gran velocidad las calles del pueblo hasta encontrar a la Virgen para avisarle de la Resurrección de su hijo. En Torre Alháquime son mujeres quienes lo transportan y cuando se produce el encuentro las imágenes bailan al compás de la música y de los aplausos del público.
En Arcos de la Frontera, destacamos la bendición de Jesús Nazareno el pueblo en la madrugada del Viernes Santo. Además, “son muy particulares los armaos, cuadrillas de romanos que se remontan al siglo XVIII cuando salieron por primera vez acompañando a Jesús Atado a la Columna” resalta la investigadora.
Díaz Franzón destaca igualmente “La Borriquita viviente” de Alcalá de los Gazules, en la que unos 80 niños vestidos como hebreos salen en procesión el Domingo de Ramos.
En Benamahoma, pedanía de Grazalema, cabe subrayar la celebración del Domingo de Resurrección, uno de los pocos desfiles en el que procesiona una imagen del Corazón de Jesús. Como preparación de la Resurrección, la noche del sábado es tradicional que los niños del pueblo llamen a la alegría con una cencerrada.
Alcalá del Valle vive tan intensamente su Semana Santa que cada Cuaresma representa la Pasión y Muerte de Jesucristo. Más de 100 vecinos recrean escenas como la Crucifixión, el Camino al Calvario, la Santa Cena o la Ascensión a los Cielos.
Otra particularidad –sigue relatando Ana Díaz- es la existencia de imágenes articuladas como ocurre con los Nazarenos de Conil y de Arcos.
En Setenil de las Bodegas goza de gran arraigo popular la singular competencia entre las dos Hermandades, la Santa Vera-Cruz (Los Blancos) y Nuestro Padre Jesús Nazareno (Los Negros). La escisión de la Hermandad primitiva tuvo lugar a finales de 1.700 “pero las Cofradías siguen poniendo todo su empeño para que sus respectivas procesiones luzcan con mayor esplendor”.
En San José del Valle destaca la representación teatral de la Pasión de Cristo y las salidas procesionales y en Benaocaz, el Viernes Santo, tiene lugar la procesión de la Pasión, compuesta por siete pasos con gran tipismo en su recorrido.
La Semana Santa de Olvera adquiere matices muy particulares con desfiles procesionales del Silencio, Los Estudiantes, El Cautivo, Jesús Nazareno, Vera-
Cruz y Santo Entierro.
En la Semana Santa de San Roque procesionan imágenes del siglo XV al XVIII, que los españoles trajeron consigo cuando huían de Gibraltar invadidos por los ingleses.
En San Roque todas las Hermandades salen de sus iglesias, para recogerse en la Iglesia Santa María La Coronada, desde donde parte la Procesión Magna, en la que participan catorce imágenes, así como una escuadrón de romanos a caballos, todos los Viernes Santo.
“En Tarifa es célebre el encuentro del Jueves Santo entre los pasos de la Cofradía del Nazareno y se mantiene –apunta la historiadora- la antigua costumbre de los sermones públicos”.
No podemos olvidarnos de Ubrique, donde el paso de las imágenes por el Peñón de la Becerra se convierte en un hermoso espectáculo. Los costaleros hacen honor a su buen hacer sin ni siquiera rozar los límites de esta estrecha callejuela. A esto se le suma la espectacularidad de la Sierra engalanada con la Cruz del Tajo, colocada por un religioso capuchino a mediados del s XVIII para que protegiera al pueblo de los desprendimientos de rocas, provocados por los temporales, y cuya iluminación la convierten en estampa digna de cualquier pintor.
Judas y los toros, símbolos del mal
El Domingo de Resurrección es muy especial en la provincia –resalta Ana Gómez- sobre todo en la Sierra y en La Janda, donde además de las procesiones del Resucitado “se celebran varias manifestaciones populares de carácter festivo, como las fiestas de los toros o la Quema del Judas en Conil, o en Benamahoma, donde le echan un toro para que lo destroce. En Bornos prolongan el acto con actuaciones musicales y el tradicional Búcaro de la suerte, “donde cada sorbo de licor va acompañado de un deseo”.
Ana Díaz explica que tanto Judas como el Toro representan el Mal pero mientras que al primero se le destruye, del animal se huye.
El Domingo de Resurrección se suelta el “toro embolao” en Los Barrios y en Vejer, y el del “Aleluya” en Paterna y en Arcos de la Frontera, donde los más valientes se atreven a correr delante de dos reses bravas y los más tranquilos disfrutan de la fiesta asomados a los balcones y a las azoteas.
Gastronomía
En algunos pueblos como Vejer de la Frontera continúa vigente la antigua tradición de ofrecer a los nazarenos “roscos” y “pan duro” (rebanadas de pan abizcochado con almendras y especias) tras la recogida de la procesión. Y que también podemos comprar en las confiterías de la ciudad.
Entre los dulces más singulares, los roscos en forma de corona de espinas que vende la centenaria pastelería de la Victoria de la localidad de San Fernando desde comienzos de la Cuaresma.
En Setenil de las Bodegas se cocina el "hornazo". Se realiza en todos los hogares, en conmemoración de la resurrección de Cristo. Consiste en colorear una serie de huevos, la cantidad puede oscilar entre dos y unas cinco o seis docenas. Todos se unen con azúcar tostada y se adornan con anises, regaliz, piruletas y caramelos.