El sentido común nos lleva a pensar que cuando una familia escolariza a sus hijas e hijos en un centro educativo, lo hace considerando que estos niños tendrán que ir y venir miles de días en los próximos 9 años. Nada menos que 175 días por curso escolar, que sumandos dan una cifra importante de 1575 idas y venidas. Por ello lo normal es optar por el centro más cercano al domicilio. En plena lucha por el cambio climático el asunto de llevar en coche a niños y niñas todos los cursos de su escolaridad debe ser analizado en términos de los costos energéticos y humanos que estas multitudinarias maniobras mañaneras provocan. Pudiendo llegarse a la conclusión de que el pretendido derecho a la elección de centro es un lujo inaceptable, ya que quien lo regula comete un claro delito ecológico.
La energía necesaria para el transporte privado escolar es justo la que gastan los vehículos familiares en recorridos urbanos y que de media puede ser superior a los 20 km entre ida y vuelta. Multipliquemos los 1575 días de escuela, sólo en infantil primaria, y obtendremos la nada despreciable cifra de 31500 Km por cada familia a lo largo de los 9 cursos de escolaridad. De los 4 millones y medio de alumnos y alumnas escolarizados en infantil y primaria, un 40% aproximadamente son transportados y eso supone un total de 360.000 mil niños y niñas, que utilizarían, si se agruparan en tres por vehículo, 120.000 coches. Multiplicar estos ciento veinte mil vehículos por los 31500 km, que de media realizan en los nueve cursos escolares supone un total de 3.780.000.000 de Kms !Sí! Casi 3800 millones de Kms, consumiéndose 38 millones de litros de combustibles. El impacto medioambiental es terrorífico, ya que el CO2 o dióxido de carbono, agente directo del calentamiento global del planeta se produce en 2,4 Kg por cada litro, siendo el total del orden de 95 millones de Kilogramos de CO2.
Por otro lado cada persona afectada por esos costosos desplazamientos pierde alrededor de 600 horas de su vida en esa actividad. Que unido al efecto producido por esta ingente masa de vehículos sobre los flujos de transporte en las ciudades, así como el gasto económico que supone a cada familia este uso de su vehículo, remachan el alcance de los efectos negativos que el pretendido derecho a elección de centro conlleva.
Si se pretende actuar contra el cambio climático y mejorar nuestro nivel de vida, es preciso: eliminar emisiones de CO2, tasas de ruido, atascos en el tráfico, mejora de nuestro tiempo de ocio y disfrute. La solución está al alcance de todos y todas, solicitemos el centro más cercano a nuestro domicilio y que las administraciones publicas garanticen la escolarización de todo el alumnado en centros donde se vive.
Fdo Rafael Fenoy Rico
