Este viernes ha fallecido Manuela Estrada López, toda una institución en el Ayuntamiento de San Fernando en el que fue secretaria de distintos alcaldes, tanto de la dictadura como de la democracia.
La misa de corpore insepulto tendrá lugar este sábado a las 13.00 horas en el tanatonio de San Fernando, donde es el velatorio.
Manuela Estrada López tuvo por padre a un hombre que marcó las horas en el edificio consistorial, y es una afirmación literal. Era el que se encargaba de que el viejo reloj mecánico -se cambió por uno nuevo de quarzo que incluso daba notas musicales- diera las horas lo más en punto posible, porque esos relojes no eran los de ahora.
Se jubilaba el 10 de septiembre de 1994, pero dejaba detrás más de 49 años de trabajo como funcionaria, 12 en la Secretaría General y 38 en la Alcaldía, por lo que es una de esas personas a las que se les podría preguntar por todos los secretos de alcoba municipales, aunque como todos los que tienen ese puesto, no hablan ni aunque les apunten con una pistola.
Conoció a todos los alcaldes “cuando el alcalde era el alcalde” desde Benito Cellier, que sólo estuvo un año en la Alcaldía, pasando por Rafael Granado, que estuvo apenas ocho meses. Entonces los alcaldes no estaban cuatro años en el cargo como ahora, por lo que en el caso de que no salieran buenos podían devolverse. Ventajas de la Dictadura, que no todo iba a ser malo.
Luego llegó la época de Francisco García Ráez, que estuvo en la Alcaldía 21 años y con el que Manolita se curtió, teniendo en cuenta que entró en el Ayuntamiento con 16 años. Lo nombró el gobernador civil, que era el que señalaba con el dedo tanto para asumir el cargo como para dejarlo.
Posteriormente fue secretaria de Antonio Moreno Olmedo hasta su retiro.