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Absit Invidia

Pobres pobres

La participación electoral es inversamente proporcional a los ingresos, y los barrios pobres cada vez votan menos

Publicado: 04/09/2020 ·
19:07
· Actualizado: 04/09/2020 · 19:18
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Autor

Pedro García Vázquez

Pedro García es periodista. Director de Informativos de 7 Televisión y Publicaciones del Sur

Absit Invidia

Con la esperanza de ser entendido por lo que pone, y por lo que no. Eso sí, sin ánimo de ofender ni en castellano, ni en latín

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No, no me refiero a los pobres dirigentes que no acaban de dar con la tecla de la contención de la pandemia, y se muestran más preocupados por la delegación de responsabilidades en el rival político o territorial que en las suyas propias. Ni siquiera hablo de los pobres de espíritu: los sanitarios -de ellos será el reino de los cielos- que permanecen en la primera línea de batalla frente al covid, ya sin aplausos, con una presión brutal en Atención Primaria por la falta de previsión y medios de lo que otrora fuera la joya de la corona.

Me refiero al sustantivo, no al adjetivo. Hablo del pobre. Del que vemos en la calle. Del que nos molesta. Del indigente. La crisis los ha hecho más visibles. Su número aumenta. Los vemos en parques y jardines. Pidiendo limosna o buscando en los contenedores de residuos. Son los grandes olvidados de la pandemia.

Las administraciones están luchando contra el coronavirus desde las perspectivas sanitaria y económica. Que el PIB no baje es fundamental, también que no haya más pérdida de puestos de trabajo, pero en esa escala de prioridades los desvalidos no parecen estar en agenda alguna de las instituciones, y éste es un grave problema.

 

Pobreza.

 

El covid es una crisis multinacional sin precedentes y el cambio climático nos anuncia que llegarán otras situaciones similares en el futuro. Es necesario, por tanto, poner la lupa en la lucha contra la pobreza, y evidente que no hay que irse a África o Latinoamérica para encontrar ejemplos de lo que estamos hablando.

En nuestra tierra, en Andalucía, los hallamos cada día sin que organizaciones humanitarias y caritativas tengan capacidad económica suficiente para atender este incremento desmedido de necesidades. Un informe de Naciones Unidas ha alertado esta misma semana de que la crisis aumentará drásticamente la tasa de pobreza de las mujeres y ampliará la brecha entre hombres y mujeres que viven en la pobreza extrema. Es la realidad que nos está dejando la pandemia.

Los pobres no votan, o lo hacen menos. Diversos estudios de politólogos demuestran que la participación electoral es inversamente proporcional a los ingresos, y que los barrios más pobres cada vez votan menos. Quizás por ello la preocupación de nuestros políticos sea menor hacia un colectivo marginal al que una sociedad democrática y solidaria debe atender, pero ya.

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