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Notas de un lector

Pita Amor, realidad y leyenda

Pita Amor está considerada una de las mujeres más extravagantes, polémicas y atípicas de la literatura hispanoamericana del pasado siglo

Publicado: 02/03/2021 ·
12:28
· Actualizado: 02/03/2021 · 12:28
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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Pita Amor (1918 -2000) está considerada una de las mujeres más extravagantes, polémicas y atípicas de la literatura hispanoamericana del pasado siglo. Difícil sería sustraer su biografía de su propio quehacer, porque como haya ocurrido con muchas otros escritores, su decir fue en paralelo a su existencia.

Se publica ahora en la colección Torremozas, “Polvo”, poemario central en la obra de la poeta mexicana. La edición viene acompañada por un jugoso prólogo de Elena Poniatowska, que traza una excelente semblanza de su sobrina: “Su exhibicionismo, la adoración por sí misma, por su cuerpo, y el exagerado cuidado que tuvo de su persona durante su adolescencia (…) fueron vox populi. `Nunca me he puesto dos veces el mismo vestido´, presumía”.

Entregada a sí misma, al incesante volcán que cabía su interior y en sus escritos, participó desde muy joven en la vida artística y cultural de su país. “Yo soy la reina de la Noche”, se decía, mientras se contoneaba desnuda por mitad del Paseo de la Reforma, envuelta tan sólo por su abrigo de mink. “Soy joven porque tengo la edad que quiero tener. Soy bonita cuando quiero y fea cuando debo”, afirmaba orgullosa y despreocupada siempre del qué dirán.

Claro que detrás de esa máscara narcisista, había una mujer inteligente, cultivada y precursora de la lucha por los derechos femeninos. Una mujer con un don lírico que supo exprimir al máximo y que derivaron en una veintena de libros.

Editado en 1949, “Polvo” tuvo su bautismoen una de sus ya conocidas fiestas. “Todo en su casa se volvió de gris: gris la alfombra, grises las cortinas, gris el satín con el que forró los sillones, grises los manteles”.

Dividido en veintidós décimas, dos poemas en verso libre, dos sonetos y tres extensos textos en quintillas, el volumen da fe del dominio formal y estrófico de Pita Amor. Consciente de ello, su verso fluía despierto, ingenioso, dador de una realidad muy cercana a su sentir: “Polvo que pisan mis pies,/ y vas subiendo a mis venas,/tus invisibles arenas/raíces serán después,/que han de producir la mies/en mi materia viviente;/ y siempre estará latente/ en ti, polvo renovado,/ la vida que ha germinado/ en misteriosa simiente".

Con treinta y ocho años tuvo su primer y único hijo. Sabedora de que no iba a poder cuidar debidamente de él, se lo entregó a su hermana. Con diecinueve meses cayó a una pileta de agua y murió ahogado: “Maté yo a mi hijo, bien mío,/ lo maté al darle vida”.

No fue Pita nunca más la de antes. “Se retiró del mundanal ruido. Escogió el aislamiento”, escribe al respecto su tía Elena(…) Descuidó su aspecto físico, tiró a la basura pestañas y coloretes, el peine y el cepillo le dejaron de servir”.

En mayo de 2000, el mismo mes que la vio nacer, murió a punto de cumplir los ochenta y dos. Dejó tras de sí una “leyenda de sorprendentes contrastes y emociones”. Y un aroma de poesía enérgica y liberadora: “Son mis viejas raíces empolvadas/ la extraña clave de mi cautiverio;/ atada estoy al polvo y su misterio,// llevo ajenas esencias ignoradas”.

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