Dibujante desde niño, lo que empezó como un hobby se ha convertido en su pasión, gracias a la motivación de su padre, que le inculcó el gusto por el cómic y siempre se preocupó de que no le faltara ni un rotulador ni un folio para sus creaciones. Hoy es un reconocido dibujante, más fuera de la provincia que en su Jaén natal, un creador de historietas para adultos y niños en las que no falta el humor, la ironía, ni el guiño al seguidor tradicional del cómic.
José Santiago Aguilar Sutil (Jaén, 1974) es ingeniero de Organización Industrial e imparte docencia en la Universidad de Jaén y desde hace más de veinte años en Secundaria, siendo hoy profesor en el IES Las Fuentezuelas.
Autodidacta, el dibujo es un hobby que practicó desde niño, no sumando formación artística más que unos cursos a los que asistió en la Escuela de Arte y Oficios José Nogué. “Mi padre fue quien me alentó al dibujo. Desde pequeño me acostumbró al vicio de comprar tebeos. Me hizo aficionado a los cómics y a la lectura. Empecé copiando esos tebeos”, rememora.
Su firma, ‘Aguilar Sutil’, comenzó a tomar forma siendo un adolescente. Con 16 años publicaba una página en Diario Jaén. Desde entonces, ha colaborado en revistas de aficionados, especialmente en Barcelona y Madrid, a través de los contactos que consiguió cuando hace más de veinte años nació la Asociación Cultural Viñeta 6, de la que es “casi miembro cofundador”. Recuerda: “La Asociación la fundaron seis personas y yo fui el séptimo que llegó, un mes después que el resto. De los ‘originales’, sólo quedamos dos miembros”. Sobre ésta, apunta que ha habido relevo generacional, pero no el deseado, y esperan contar pronto con una sección juvenil. “Durante muchos años hemos sido el único referente en Jaén a nivel de historieta. La Asociación sigue viva, pero su actividad se ha ralentizado”, confirma.
Después de colaboraciones esporádicas, desde hace más de seis años dibuja para la revista barcelonesa ‘Amaníaco’, para la que ya ha realizado dos portadas, habiéndose convertido en colaborador fijo y donde comparte publicación con dibujantes como algunos antiguos miembros de la revista El Jueves. “Amaníaco me ha abierto muchas puertas”, dice. De hecho, tiene pendiente publicar una recopilación integral de su colaboración en ésta. “Ahora mismo es muy apetitoso el tema de la autoedición, pero con el Covid, las editoriales están muy paradas y la autoedición se está saturando. No es el momento. Esperaré a que todo se estabilice un poco”, afirma.
Actualmente colabora en revistas italianas y recibe encargos de dibujos a través de sus redes sociales, donde tiene una alta interacción. “Era muy escéptico con las redes sociales, pero me han sorprendido gratamente. Estoy mandando dibujos incluso a Francia. La difusión del cómic por las redes sociales funciona bastante bien”, agradece, señalando que le solicitan creaciones propias y encargos particulares
Su estilo es heredero de la escuela franco-belga, donde la tradición del cómic es muy arraigada, “una manifestación cultural de buen gusto”.
Aguilar Sutil rubrica historietas con personajes que recuerdan el estilo de los dibujantes de la Escuela Bruguera (Francisco Ibáñez, Mortadelo). Sus dibujos son humorísticos, entendido el humor como incisivo, irónico, pero blanco, sin etiquetas. “Hago humor, pero de ningún color, sin entrar en consideraciones políticas, ni religiosas, que quedan desconectadas de mi expresión artística”, aclara. Y es que hay temas que “nunca” tocará.
Mientras que en ‘Amoníaco’ su cómic va dirigido a un público adulto, en la revista gaditana ‘La máquina de albóndigas’ dibuja un cómic infantil, aventuras con tintes humorísticos, haciendo también un guiño al lector de cómic en general. “Me gusta jugar con los dobles sentidos, con dibujos cándidos, pero con textos llenos de ironía. Intento que la historia la disfrute tanto el niño como el adulto”, explica. Su personaje más conocido es el ‘Doctor Litus’, un nombre que nace como un juego de palabras, esto es, su segundo apellido al revés.
Es un dibujante que se preocupa muchísimo por la imagen. “Cuando voy a una librería, si el dibujo no me entra por la vista, nunca leeré ese cómic”, asegura. De ahí que dibuje lo que le gustaría encontrar como lector y sea “extremadamente crítico” con lo que hace.
Como creativo, disfruta con lo que hace. “Me permite revivir mi infancia. No he perdido esa magia y eso me estimula. Lo que más ilusión me hace es ver a un niño con un cómic mío. Me gusta que se ría y disfrute. Si de ahí nace un futuro dibujante o lector, me doy por satisfecho”, apunta, no sin olvidar de la importancia del cómic para acercar los menores a la lectura.
“Ahora tenemos a dibujantes en el panorama nacional que están haciendo cómics sobre Youtuber, buscando cómo entrar en el público infantil y juvenil. Si se fomenta la lectura de la historieta cuando son niños, siempre queda algo ahí cuando llegan a adultos. Los cómics deberían volver a los kioscos”, espeta.
Reconoce que el cómic, en los últimos años, está llegando a un estrato más adulto de la población, “aunque se le haya tenido que ponerle un nombre tan aberrante como novela gráfica, un desatino total, pero una etiqueta que está permitiendo llegar a más personas”, dice.
En cuanto al estado de salud del cómic, reconoce que “ha pasado por muchas etapas”. Reflexiona: “Siempre buscamos un chivo expiatorio al que cargarle las culpas cuando las cosas van mal. Hace un tiempo eran los cómics de súper héroes, luego le echamos la culpa al manga y ahora no sabemos a quién echarle la culpa. Ahora se la echamos al Covid. Lo que ha cambiado en el mundo del cómic es que han desaparecido las grandes ediciones masivas, las grandes tiradas, ya impensables. El cómic ya no se vende en los kioscos, sólo en librerías. El paradigma ha cambiado. Los costes de impresión han bajado mucho porque la impresión digital te permite imprimir muy pocos ejemplares. Los proyectos de mecenazgo y autofinanciación, gracias a Internet, están haciendo que muchas personas que no tienen acceso a una gran editorial, se auto-editen. La autoedición está provocando que, aunque en tiradas pequeñas, salgan a la luz mucho material. Los cómics están funcionando ahora mismo por la autoedición”.
Como dibujante, no considera que el cómic esté “por debajo de otras manifestaciones artísticas”, sino que es “una más", y que como tal, "debe recibir el apoyo institucional que merece, también en los canales de enseñanza”.