Despiadado y huidizo, el caudillo del Estado Islámico, de 48 años en el momento de su muerte, amparó el asesinato de miles de civiles por motivos religiosos
"Juramos lealtad al califa de los musulmanes, Abu Bakr Al Bagdadi, y lo vamos a escuchar y a obedecer tanto en tiempos de prosperidad como en tiempos de dificultad"