El agujero negro, a lo lejos

Publicado: 14/05/2022
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

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Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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Mientras, aquí en la Tierra, también seguimos a años luz de encontrar respuestas a dramas terribles
La foto apareció el viernes en las portadas de periódicos de todo el mundo. Era la imagen de un agujero negro masivo en el centro de nuestra galaxia, aunque parecía una invitación a poner en práctica nuestra imaginación, como cuando en La bola de cristal emitían un vídeo pixelado para convencernos de que no teníamos que ver tanto la tele.

En este caso era un agujero negro, pero tenía la forma de un buñuelo friéndose en una sartén de aceite, o un donut pasado por los filtros del photoshop, o el destello del anillo forjado para dominarlos a todos. Un agujero negro con truco, porque, en realidad, lo que vemos es una “representación del aspecto que tiene”, e incluso las imágenes originales son en blanco y negro: el color es ficticio, imaginado, para darle más notoriedad y belleza al hallazgo científico, y algunas partes han sido rellenadas digitalmente siguiendo una serie de algoritmos.

Su nombre es Sagitario A* y ha engullido tanta materia a su alrededor que en la actualidad tiene un diámetro de 44 millones de kilómetros y una masa equivalente a cuatro millones de estrellas como nuestro sol, según las informaciones que acompañan a la foto, que ha sido posible gracias al trabajo conjunto de ocho observatorios de todo el mundo, entre ellos el del Pico Veleta en Sierra Nevada. Los ocho se sincronizaron con relojes atómicos para observar el agujero negro en el mismo instante durante varios momentos en 2017, y lo que vemos ahora en la imagen es cómo era esa masa con forma de buñuelo hace 26.000 años, que es la distancia a la que se encuentra de nosotros en años luz; lo suficientemente lejos como para que no tengamos que preocuparnos por su voracidad galáctica, y lo suficientemente cerca como para intentar entender los mecanismos del universo y lo diminutas e insignificantes partículas que somos dentro de ese todo casi insondable sobre el que la ciencia no para de hacerse preguntas, como ¿qué habrá dentro de tanta oscuridad?.

Mientras, aquí en la Tierra, también seguimos a años luz de encontrar respuestas a dramas terribles, como por qué Putin sigue empecinado en su infructuosa guerra contra Ucrania y se muestra incapaz de interpretar las señales del pasado, en forma de 9 de mayo. Tampoco encontramos soluciones a cuestiones domésticas, caso del incremento de la cesta de la compra o del precio de la gasolina, que en un mes ya se ha comido el descuento garantizado por el Gobierno, con lo que estamos a punto de volver al lugar de partida.

Por si fuera poco, hemos desarrollado una habilidad especial en provocar debates innecesarios o en generar problemas donde no los había, como sucede ahora con la propuesta de la baja por menstruación dolorosa -todavía no he encontrado a una mujer, fuera del gobierno y del partido promotor de la iniciativa, que esté de acuerdo; peor aún, lo consideran una ofensa y una zancadilla más dentro de su progresión laboral-.

A 26.000 años luz el misterio indescifrable de la oscuridad de un agujero negro. Aquí al lado, la duda entre pedir una jarra de rebujito o media de fino; cómo disimular que tragamos saliva al ver el precio de un plato de jamón, y hasta de uno de chocos; y el temor a coger el virus en la bulla de una barra o bailando las sevillanas que canta Gloria bendita -y a partir de mañana preparen la máscara y el pito de caña-. Estábamos desacostumbrados a esta normalidad, pero en el fondo seguimos siendo los mismos. Como siempre, al final de cada feria, “vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza, y el señor cura a sus misas”, que canta Serrat.

Un agujero negro, como de aquí a la eternidad de lejos, y hasta le han hecho un reportaje. Qué grande la ciencia, y qué pequeños cada uno de nosotros, apenas “un pequeño engranaje en la gran rueda de la evolución”, como decía Greta Garbo de sí misma en Ninotchka. Pequeños, pero importantes a la hora de decidir con nuestros votos -pobres, ricos, curas...- como va a ocurrir en apenas un mes en Andalucía, y en un año con las municipales. En ese universo estamos, sometidos a nuestras propias preguntas existenciales. A lo lejos, un agujero negro.

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