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Otro comité de sabios

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Les juro por lo que más quiero, que llevo toda la vida matando tontos y cada vez quedan más. O la peña se cree que los de este otro lado de la trinchera somos gilipollas o la memoria es muy mala a edades tempranas.

La ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, lo primero que ha hecho tras poner los pies en el Parlamento Europeo ha sido proponer a los europarlamentarios (imagínense el pestiño que les ha querido vender, ya que son de diferentes países europeos, cada uno de un padre y una madre) la creación de un comité de sabios para analizar cómo compaginar los derechos de los usuarios de Internet y los de propiedad intelectual. Dijo la ministra que menos memoria tiene de la Historia de este país, que es el suyo, que impulsar un marco europeo constituiría un instrumento valiosísimo para aplicar coherentemente estos derechos en los países miembros. Y que es importante, añadió, hermanar dos derechos: el que tienen los curritos que desempeñan su labor en el ámbito de la cultura y los usuarios de esa información a la que tienen acceso. También explicó con pelos y señales la ministra a los parlamentarios que países como España, Francia y Reino Unido están estudiando varios modelos a aplicar, pero que el comité de sabios (para sabia ella y los que presiden transitoriamente Europa, que han perdido la retentiva) se “encargaría de hacer un análisis de cuáles son los campos que convienen afrontar y las maneras más fructíferas para ello”.
Y bien. Todo esto viene a cuento de que nuestra ministra de cultura desconoce que en ideas de comité de sabios su presidente, el señor Rodríguez Zapatero, está muy puesto. Puestísimo. Tanto que, cuando comenzó su andadura de gobierno en España, aquellos primeros meses, comunicó a la sociedad española que iba a crear un comité de sabios para que estudiase cuál sería el mejor modelo de radiotelevisión pública en nuestro país, y que las conclusiones finales (las del susodicho comité) serían las que aplicaría en el entonces Ente Público RTVE. Zapatero, que por aquellos días (igual que ahora) se tomaba con suma tranquilidad el asunto (ya sabía él, y nosotros, cómo iba a acabar la historia) dio al comité de sabios un plazo, creo recordar, de un año para que estudiase la financiación y la plantilla de la casa pública de la mejor manera. Pasado el período en cuestión y bajo la complejidad del asunto, el comité remitió a la Moncloa un informe (imaginen el tocho) y, tras la foto de familia que requería la situación, cada uno se fue a su casa. Al día siguiente, o a los tres días, o a los cuatro o cinco, da igual, Zapatero convoca una rueda de prensa en la que nos dice a los ciudadanos que el informe de los sabios está en sus manos y que todo está cojonudo, pero que el encargo al comité de sabios no implicaba que el gobierno tuviera que aplicar aquellos criterios. Los sabios pusieron el grito en el cielo y se rilaron en todo lo que se meneaba. Así las cosas y una pasta gansa gastada de las cajas públicas, Zapatero da carpetazo al asunto y hace con la radiotelevisión lo que cree se debe hacer.
Es decir, para que nos entendamos, que aquel comité de sabios no valió para nada. Que se tiró el dinero público a la alcantarilla y que 4.500 trabajadores fuero a la puta calle. Prejubilados, claro. Y ahora nos viene la ministra de Cultura reivindicando otro comité de sabios pero a gran escala. Un comité con dos huevos. A lo grande. Como si en Europa, los parlamentarios y de más asalariados públicos, no supieran cómo levantar cabeza o cómo peinar problemas. Verán ustedes que tenemos que meter los españoles el pescuezo en la presidencia europea para inventar lo inventado y para llevar a Bruselas nuestros fracasos en todos los sentidos. Como si aquí nos hubiese ido del carajo con el comité que creó ZP. Como si los de ahí arriba fuesen tontos del haba. De hecho, mientras España quiere que se bloqueen páginas web que faciliten descargas por la cara, los gobiernos de Francia y Reino Unido apuestan por avisar al usuario antes de cortar el suministro de la red. Anda que no nos llevan años de diferencia. Comité de sabios, dice la paisana. Manda huevos.

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