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Miércoles 17/04/2024  

Curioso Empedernido

Don Perfecto Bullita

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Don Perfecto Bullita, vivía en el mejor barrio de su ciudad. Una localidad marítima de la que era originaria toda su familia. Nuestro personaje era un integrante de la sociedad local de los de toda la vida, de los pata negra, que habían  logrado una cierta notoriedad a lo largo y ancho del paso de algunas generaciones.
Aunque a decir verdad también existían algunas manchas negras, algunas ovejas descarriadas en esta prole de raigambre y solera, que él se empecinaba en negar siempre que algún impertinente le sacaba la conversación o intentaba señalarle que todo el mundo tiene defectos.

Incluso en sus fantasmagóricas pretensiones, había llegado a inventarse gran parte de su biografía para que todo cuadrara simétricamente, y de tanto repetirla el mismo, ya no sabía distinguir lo que era pura invención paranoica de verdadera historia, aunque no quisiera admitir que por mucho que insistiera en sus falsedades, casi todo el mundo sabía la verdad.

Nuestro hombre, había nacido tan necio, que sólo admitía en si mismo y en su entorno la perfección, lo que resultaba insoportable para todo el que le rodeaba. En su filosofía de vida no había otra opción ante cualquier dificultad que ganar ganando, lo  que además de ser estúpido es una gran mentira.

No entendía  bajo ningún concepto ni condición el Bullita , que en muchas ocasiones hemos de aceptar el ganar perdiendo, y en otras el mejor de los males es perder ganando, incluso aunque nos cabree hemos de admitir a veces que nos tiene que tocar el perder perdiendo, porque afortunadamente nos equivocamos y somos capaces de aprender de nuestros errores.

Era casi imposible que este singular individuo, reconociera que también tenía su lado oscuro, que era capaz como cualquier ser humano débilmente fuerte o fuertemente débil de sentir pena y dolor, incluso que en esa actividad compulsiva que le dominaba frenéticamente, comenzaba un proyecto antes de concluir el anterior, y que en la autopropaganda de su genialidad, la perseverancia no era precisamente su fuerte.

Los pocos amigos que le quedaban y soportaban, intentaban hacerle razonar en sus momentos de histeria ególatra, para que cediera un poco y controlara sus extremismos, pero no había manera, por muchos esfuerzos de hacerle descubrir su punto de equilibrio, aunque le pareciera perfecto.

Individuos como éstos, pueden ser tremendamente peligrosos o tiernamente inofensivos, y hay quienes logran con su influencia positiva, en raras ocasiones, hacerles buscar la calma en el ojo del huracán, lograr que comprendan que aunque ellos se consideren los mejores, también a los demás nos toca acertar alguna vez.
Resulta complicado, en la mayoría de las ocasiones, que comprendan, en su ceguera psicológica, que no siempre, el camino más difícil es el más aconsejable  y que las cosas no son dogmáticamente como ellos las ven o las perciben, porque en ocasiones el enemigo puede ser un amigo bajo un disfraz, mientras que el que te escupe la verdad, te lo hace desde el aprecio y el cariño.
A lo largo y ancho de nuestra vida nos encontramos con muchos Perfectos Bullitas, y no es malo que recorran el camino del fracaso, que controlen su vehemencia, que no se olviden que cada cosa es a su tiempo, que moderen su excentricidad y acepten a los demás, y aprendan a utilizar su poder para objetivos comunes.

Estos sujetos, hemos de ayudarles a que aprendan a tratar con respeto y delicadeza a la gente que no piensan como ellos, que se convenzan y confíen en los demás con  su  afortunada carga de defectos e imperfecciones.
Será bueno para ellos y para los demás, que admitan que algo puede salir mal, que no deben persistir en el error de que todos y todas están a su servicio, despreciándoles en sus posiciones y creyéndoles menores de edad e ignorantes, que la posesión obsesiva, siempre es perjudicial.

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