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A ?ese? Fernando Santiago

Dicen que cuando los periodistas se convierten en noticia es que algo falla. Y no les falta razón. Sin embargo, sin tintes de noticia, sino como comentario, permitanme que hoy hable de un periodista: Fernando Santiago, al que, afortunadamente, sigo teniendo el placer de no parecerme.

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Reconozco que tengo un problema: soy vasco, por lo que mi sentido del humor difiere mucho del de los andaluces y aunque dicen que en la vida todo se pega menos la belleza, me temo que en mi caso tras veinte años aquí ni guapo ni gracioso. O eso tengo que deducir en el segundo caso (en el primero es más obvio) por la que se ha montado con mi artículo de la semana pasada. Y no es que se enfadaran los ex de Delphi, que también, pero a eso ya me estoy acostumbrado y entra dentro de la norma, sino por que no le sentó nada bien a Fernando Santiago que le hiciera un mención. Y como no quería ofender, sino mostrarme irónico, pues lo lamento si alguien se ha ofendido, aunque también sea destacable que parece que hay quien no sabe asumir que se diga nada sobre él, que ni siquiera era en su contra.

Pero como decía Pepe Contreras en su blog acertadamente (no tanto en resumir el caso con una imagen de dos boxeadores en un ring, un tanto exagerado, Pepe) estamos en Navidad, en un tiempo de paz y armonía y no es cuestión de pegarse por una nimiedad. pero, como decía antes, tengo un problema, soy vasco, y por tanto bastante cerrado y tozudo y me gusta dejar las cosas claras.

Yo no quise menospreciar a Fernando Santiago, sino simplemente decir que no me parezco en nada a él, ni siquiera cuando coincidimos en algunos temas. Él tiene una forma de ser y yo otra, y hasta el momento, que se sepa, ninguna es mejor que la otra, sólo hay actitudes ante la vida y cosas que nos diferencian. Y no voy a entrar a responderle, (bueno, un poco) pero sí quiero agradecerle --y yo sí soy capaz de coger las ironías-- que compare mi forma de escribir con Arturo Pérez Reverte, aunque sea, según sus palabras, “en plan chungo”, porque puesto a tener mala leche podría haber hecho la comparación con Belén Esteban, por ejemplo. Ni me importa diga que no me conoce, ya que a veces me lo dice hasta mi mujer, del poco tiempo que paso en casa de tanto estar encerrado en este periódico. A mí lo que me duele es ese afán que tiene de desprestigiar a los demás. Y no lo digo por mí, porque a estas alturas esas cosas como que me traen bastante al pairo, sino al resto de profesionales del periodismo e, incluso, a los simples ciudadanos que, para él, al parecer, no han tenido el privilegio de poder nacer en Cádiz.

Y es que el escrito de su blog señala que no sabe si yo soy “de Cádiz o de otro lado, no le he visto en mi vida, no sé cuál es su trabajo ni su profesión”. Y ese otro lado no es obviamente mi País Vasco, sino Jerez, esa espina que tiene clavada en lo más dentro de su corazón porque, desde allí, nadie le perdona sus comentarios. Y eso sí que me duele, no por haber trabajado muchos años en la localidad vecina, sino porque soy --tal vez porque no soy ni de aquí ni de allí-- de los que piensan que las rencillas, para el fútbol, pero en la vida real se debe unir esfuerzos, ideas y trabajo, que bastantes problemas tiene esta provincia como para que halla quien se dedique a dividirla más gratuitamente.

Y si sus comentarios fueran sólo de Fernando Santiago, pues vale, le aceptamos barco. Pero es que él es el presidente de la Asociación de la Prensa de Cádiz, como antes lo fue de la de Andalucía. Y cuando escribe lo hace desde ese cargo. Y si ya no hay suficientes problemas en esta profesión, que venga alguien a marcar diferencias simplemente me jode. Me jode que se crea superior por ser capitalino, me jode que menosprecie a muchos compañeros de trabajo por no serlo, me jode que nunca haya querido tender la mano no ya a la Asociación de Periodistas de Jerez, sino también a la del Campo de Gibraltar por miedo a que le pueda costar el cargo al que tanto se aferra. Me jode, en definitiva, que mantenga esa actitud. Y como yo no soy como él --ni mejor ni peor, insisto, sólo diferente-- por eso vuelvo a repetir una y otra vez, por favor insultarme, decirme lo que queráis, pero que nadie me compare con él.

Posdata: Para no saber quién soy ni a qué me dedico, muy rápido apuntas que lo que quiero es hacer es “la pelota” a mi jefe. Dos cosas, nunca me he caracterizado precisamente por ser un pelota de mi jefe, que quizás mejorme irían las cosas y ni mi jefe está obsesionado contigo ni da órdenes en tu contra. La obsesión es tuya, quizás porque te gusta pensar que hay conspiraciones contra ti en lugar de asumir que cuando se te critica --y no la semana pasada, sino muchas veces antes-- se hace por lo que dices y por lo que eres. Por nada más, lo que no es poco.

Y ya puestos a aclarar las cosas, ni lo sé ni me importa si te leen más que a este periódico, cosa que sinceramente dudo, pero recuerda que si no tuvieras el soporte que tienes detrás (o delante) de tu blog tal vez habría mucha más gente que diría eso de si “¿si he leído a Fernando qué?”.

Las cuentas claras, más o menos
El pleno (el pleno voto del PP, quiero decir) ha aprobado esta semana los Presupuestos y el Plan de Saneamiento para el próximo año, que nace con el objetivo de lograr que en 2011 haya un superavit que ayude a rebajar el actual déficit municipal. Hasta aquí todo muy claro. Lo que no entiendo si, como dice José Blás, ha habido déficit cero estos años y superavit el que viene, cómo es posible que la deuda municipal sea la que es y siga creciendo. A ver si, como en San Fernando, hay que empezar a mirar al cajero...

Cádiz apoya a Pajín en su lucha contra el Gordo
Para que luego digan que hay diferencias políticas entre administraciones. Aquí todo el mundo, desde el PP hasta el PSOE, pasando por los que no son de ningún partido (es decir, la mayoría), ha decidido apoyar la campaña de la ministra de Sanidad, Leire Pajín, contra la obesidad. No queremos ni un gordo, ni siquiera, por lo que parece, el de la Lotería de Navidad, que al paso que vamos tendremos que volver al origen del Bicentenario para que se haga sólo en Cádiz. Seguro que así nos vuelve a tocar.

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