El sanluqueño Moisés Listán García ha sido uno de los muchísimos militares que han permanecido en Valencia para que esta zona de España intente recuperar la normalidad lo más pronto posible, aunque a buen seguro tardará en producirse por los efectos tan devastadores que ha dejado la Dana, tanto en lo material como sobre todo en lo personal con la pérdida de tantas vidas humanas. Lleva tres años ejerciendo de militar. Primero embarcado durante 9 meses en El Ferrol y después en el Buque Juan Carlos I, en la Base de Rota.
Su destino le marcó que había que luchar para combatir contra la Dana, de ahí que tuviera que partir hasta tierras levantinas. Y allí se desplazó, como otros sanluqueños y sanluqueñas. La Ciudad de la Manzanilla ha demostrado ser muy solidaria con una comunidad autónoma que afronta la Navidad más triste que se recordará en buena parte de la historia de España, con familias que lo han perdido todo. Toca recuperar lo perdido, de aplaudir a tantos profesionales de distintos sectores y a tantos voluntarios que pusieron su granito de arena para enfrentarse a una montaña de barro. Todo áquel que ha decidido ayudar a los valencianos y las valencianas puede sentirse orgulloso del paso que dio por lo que ha supuesto esta ola de solidaridad.
Me imagino que todo surgió de tal manera que nunca se hubiera creído lo que ha ocurrido.
—Soy electricista pero me pidieron que apoyara y reforzara la cocina. Hay que ayudar todo lo que se pueda en una parte de España que ha quedado muy destrozada y más que soy militar de armada. Como anécdota sufrí un corte en la cocina y me tuvieron que poner dos puntos pero eso quedó en nada.
¿Qué sensación se ha quedado con la experiencia que has vivido?
—Que estaré para lo que hay haga falta. Me dijeron que había que partir para Valencia y para eso estamos, para ayudar en todo lo que podamos.
¿Cómo es el buque en el que has estado?
—Somos un barco multipropósito. Realizamos desembarcos anfibios y realizamos vigilancia en busca de cadáveres. Un barco que realiza apoyo aéreo para comprobar como se encuentra la situación en catástrofes como la que hemos presenciado desde hace varias semanas.
Llegó a estar en Catarroja, una de las zonas más afectadas por la Dana.
—Nos desplazamos a un Colegio que se estuvo limpiando para que los niños volvieran a recibir clases. El regreso de los alumnos a las aulas fue muy emocionante. Cuando hice acto de presencia en este centro se me puso la piel de gallina cuando observé como los niños volvían a reunirse con mucha ilusión con sus compañeros tras tanto tiempo y ver a familias llorando por este momento. La gente te daba las gracias pero nosotros hemos hecho lo que teníamos que hacer, que era ayudar en todo lo que pudiéramos hacer.
¿Y qué te ha parecido todo?
—He visto en el estado en el que ha quedado y sigue quedando Valencia y te da la sensación de que me habían enviado a a un guerra por lo que tantas veces se ve en televisión en muchos países. He contemplado auténticos cementerios de coches, calles derrumbadas y destrozadas. Ya digo, una guerra sin que hubiera bombas por medio. He llegado a estar muchos días preparando comida porque ha habido mucha gente necesitada. Los militares ayudamos en todo lo que podemos.
Una imagen, entre otras muchas, que se te haya quedado grabado en la cabeza.
—Pues la de dos mujeres de una edad avanzada donde el agua las sorprendió porque le llegaba a la cabeza.
Contando esto último me imagino que habrá muchas personas que lo habrán perdido todo.
—La normalidad regresará a Valencia en un futuro pero tardará años en que llegue. Hay familias que se quedaron sin nada, incluso sin camas para dormir. Lo que ha ocurrido en Valencia debe servir para que todo el mundo esté más unido. Esta región necesita la ayuda de toda España y ha quedado demostrado con todo lo que ha ocurrido que el país no ha fallado.
Sigue perteniciendo el Rayo Sanluqueño.
—Ocurren estas cosas y te das cuenta que el fútbol es una alegría y no una tristeza. Después te toca afrontar tragedias y te das cuenta de la importancia que tienen otras cosas.