No es extraño que las nuevas generaciones tengan miedo a perder toda la esencia que les dio la fama. Ya no solo son operaciones para aumentar el pecho o corregir el rostro, sino que las jóvenes hollywoodienses van mucho más allá y se animan con algo tan serio como el bótox.
Y nos referimos a Hollywood porque nuestras celebs nacionales a lo sumo que han llegado es a pasar por el quirófano para ponerse un par de tallas de pecho, como ha hecho Sara Carbonero, o cambiar sorprendentemente sus rostros como la ex de David Bisbal, Elena Tablada.
Las celebrities internacionales, además de llevarnos la delantera en cuanto a moda se refiere, en temas de cirugía estética, Hollywood está a años luz.
Tanto es así que las más jóvenes ya han empezado a utilizar bótox, ese tema 'tabú' que las más maduritas intentan evitar a toda costa. No han cumplido la veintena y ya recurren a paralizar los músculos de su rostro para congelar su juventud.
Desde el cambio radical del rostro de Lindsay Lohan, hasta los pómulos turgentes de Kim Kardashian, pasando por el rostro angelical de Miley Cyrus. Todas ellas se han puesto en manos de cirujanos para paralizar el tiempo e intentar quedarse en la flor de la vida.
Aunque hay algunas a las que les ha salido bien -Demi Moore- y a las que les ha salido el tiro por la culata, como Nicole Kidman o Sandra Bullock, entre otras muchas.
Pero no hace falta irse tan lejos para destacar casos frustrados de estética. En España tenemos casos impecables, como el de Elsa Pataky, y operaciones desastrosas, como la de Lara Dibildos.
Desafortunadamente podrían destacarse otras mujeres a las que mejor no haber pasado por el quirófano, aká la ex mujer de JoséBonoGemma Ruiz o la conocidísima Ana Obregón.
Pero hay que reconocer que ha habido muchas de nuestras famosas que han recurrido a la estética para verse mejor, como lo fue el caso de las prótesis en las nalgas de Eugenia Martínez de Irujo, o los 'problemas respiratorios' de Paula Vázquez para quitarse las costillas flotantes.
De aquí y allá hay casos curiosos de cirugía estética, aunque fijándose en estos desatinos, mejor no acercarse al bisturí, al menos al que les trató a ellas.