¿Quién le iba decir a Montesquieu que su brillante teoría de la separación de poderes iba a sufrir tantos altibajos? No fue bastante que varias generaciones de ilustres pensadores asumieran sus planteamientos, ya que tuvo que venir la Revolución Francesa, para que tanto las ideas de Montesquieu como todo lo que suponía pensamiento ilustrado dieran carta de naturaleza al fin del Antiguo Régimen y al cambio a la Edad Contemporánea. Años antes, los americanos habían creado su propio estado separándose de la corona británica, siendo los primeros que empezaron a llevar a la práctica la nueva ideología.
Después de mas de doscientos años de estos sucesos, aunque se nos ha llenado la boca de la defensa de los Derechos Humanos (muy parecidos fueron enunciados por entonces), la separación de poderes no deja de ser un derecho escrito que en numerosas ocasiones no se respeta.
La citada separación lleva consigo, y en ello se fundamenta, la absoluta imparcialidad de la justicia: esa bella imagen de la diosa que sujeta la balanza con los ojos vendados no deja de ser más que eso, una bella imagen. A lo largo de esta época en la que vivimos, desde el momento histórico de donde partimos, han sido innumerables los casos en que el poder legislativo y el ejecutivo han tratado, y muchas veces conseguido, conculcar la independencia del poder judicial. Sería bueno creer que, según pasa el tiempo, esto se va superando. Bueno, al menos la gente ilusa, como yo, confiábamos en que el ejercicio democrático hiciera que esos hechos descritos anteriormente hubieran quedado en el olvido.
Desgraciadamente son muchas las noticias que nos muestran que hechos evidentes quedan desacreditados y desautorizados por culpa del empleo de unas triquiñuelas técnicas de las que se sirven profesionales de la justicia para conseguir que lo blanco sea negro y viceversa. Triste oficio este de quienes saben la verdad y se sienten triunfadores por haber conseguido que prevalezca la mentira.
¿Acaso que en las facultades de derecho, en lugar de enseñar a que la justicia impere, se enseñe a cómo utilizarla para que beneficie de forma interesada? Esto recuerda a algunos que enseñan a las criaturas que empiezan en el deporte, en especial el fútbol, que le dan mayor importancia a cómo engañar, a cómo provocar, a cómo simular, en lugar de enseñarles deportividad.
Si ademas de tener que enfrentarnos a profesionales de la manipulación de la verdad, añadimos que dependiendo de quienes sean los personajes en litigio, nos inclinamos por sistema hacia el mismo sitio, aunque los hechos demuestren lo contrario ¿dónde está la justicia?
Montesquieu, no vayas a levantar la cabeza, que lo que tendrías que ver...