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La caliche

De todos es bien sabido que por la época estival la gente “de El Puerto” gustaba de encalar y enlucir sus paredes para blanquear las fachadas de las casas o los patios de las viviendas.

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De todos es bien sabido que por la época estival la gente “de El Puerto” gustaba de encalar y enlucir sus paredes para blanquear las fachadas de las casas o los patios de las viviendas. Todo el que guste disfrutar con las vistas, con los edificios o con El Puerto en general, se da cuenta de que hay construcciones que hace más de una década en los cuales sus paredes no han recibió la suave y deseada caricia de un rodillo o de una brocha impregnada de pintura.

El equipo de Gobierno nos vende lo del “ITE” (Inspección Técnica de Edificios) como la panacea al problema de la dejadez y del maltrato que sufre el centro histórico de la urbe, ya que supuestamente, desde hace años se encargan de velar porque la normativa de la ciudad en lo que se refiere al adecentamiento de las fincas.

Yo por mi parte, creo que con los recortes y la crisis, es un área donde no hay nadie con un mínimo de sensibilidad, ya que si hubiese alguien con un poco de vista, se daría cuenta de los años que lleva la parte de arriba de la antigua Casa de los Diezmos (Edificio que preside la Plaza de la Herrería) sin pintar, y que es el sitio de paso obligado para todo el que visita la ciudad, algo inconcebible para una ciudad turística.

Afortunadamente ha salido en prensa esta semana, que van a obligar al pintado del antiguo edificio de “La Resaca”, edificio cargado de historia en la entrada de la ciudad. Lo que no entiendo es por qué no se ha ampliado esa obligatoriedad a la primera planta de todos los edificios contiguos a este.

Las partes bajas se usan como pubs pero las primeras plantas, tanto la cara que da al Parque Calderón como la que da a Ribera del Río, están sumamente deterioradas. También es para ‘elogiar’ como se encuentra la calle Descalzos, con un montón de casas cerradas.

Estas se encuentran con las ventanas y las puertas tapiadas, con olores poco decorosos (vivienda para gatos abandonados) y paredes medio caídas. Si hay un “monumento” (si es que se puede llamar así) al edificio en uso y con una necesidad imperiosa de cemento y pintura (por no decir que está asqueroso, indecente, insalubre…) es un garaje situado en la confluencia de las calles Curva, Recta y Javier de Burgos.

No hay nadie que no pase por allí y se escandalice del estado en el que se encuentra y de la mala imagen que da. Es increíble como una construcción de esas dimensiones pueda acumular esa cantidad de suciedad.

Tiene una gran gran cantidad de pintadas y grafitis, agujeros en la pared, ventanas y puertas medio tapiadas y además, es usado todos los fines de semana como baño público. Sólo necesita que le pongan una de las afortunadamente bien colocadas y ansiadas señales turísticas para indicar el monumento al desastre y a la suciedad.

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