Antes de entrar en la materia del presente artículo, no puedo evitar dejar de mencionar el santoral de hoy referido a la Virgen del Pilar. Día en el que nuestra Patrona cumple el sexagésimo tercer aniversario de su coronación canónica, que su hermandad, viene celebrando con el solemne triduo habitual y la procesión vespertina. Y hoy también, el mundo cofrade estará pendiente de la procesión magna de Arcos de la Frontera, que será visitada, supongo, por muchos cofrades próximos y los que lleguen más distantes de este bello pueblo.
Dicho esto. Al final del curso cofrade pasado, escribí sobre la Escuela de Formación Cofrade de Sevilla, que su Arzobispo monseñor Asenjo, anunciaba con vista al presente Curso.
Y aplaudía la idea por tratarse de un tema de palpable actualidad y contemplado insistentemente por una gran mayoría de veteranos cofrades, conscientes -todos- de esta importante, imperiosa e ineludible necesidad.
Pero no es nada nuevo bajo el sol, que esta acuciante necesidad, tantas veces solicitada. Sea la consecuencia de los resultados de una realidad basada en la carencia de conocimientos y de la escasa formación cristiana y cofrade que se tiene generalmente.
Por eso, bienvenida sea la citada Escuela que viene a poner el acento y señala el camino a otras Diócesis en las que se pudieran crear otras Escuelas con el mismo espíritu y el mismo objetivo, que la recién creada Escuela sevillana, ya en marcha.
En la actualidad esta Escuela, nace para cubrir el espacio vacío, la poca información o la falta de conocimientos de los que acceden actual y ocasionalmente a las juntas de gobierno de las hermandades y cofradías, de cuya carencia no son culpables si se trata hipotéticamente de los aspirantes más jóvenes.
Al insistir en la falta de conocimientos, me refiero fundamentalmente a los religiosos. Y debo añadir que las consecuencias de dicha ausencia; probablemente se basa en la indiferencia de la enseñanza religiosa en la inmensa mayoría de los colegios públicos y privados de enseñanza. Amén de las actitudes desfavorables que se percibe de una buena parte del conjunto de la sociedad; inhibiéndose de todo lo que huela a incienso. Y por otra parte también, a la pasividad que se observa para tratar seriamente esta cuestión en donde entran a formar parte bajo sus respectivas responsabilidades, los tres pilares básicos: padres, educadores y sociedad entre otros.
Es evidente que en la formación y en la educación del ser humano, se fundamenta los principios, que conducen a formar parte activa de una sociedad. Es lo que constituye el estudio del conjunto de todas las ciencias; incluida -la religión- como materia formativa junto a las otras disciplinas del saber humano.
Y para eso, se necesita estudios y preparación previa. Un médico para ejercer pasa por la Facultad de Medicina y así sucede con las demás profesiones. Nadie puede ejercer su profesión con eficacia si antes no se ha preparado suficientemente. Sin preparación, salvo honrosas excepciones, no se puede desarrollar ningún tipo de prestación con rigor, eficacia y exactitud.
Y salvando las distancias, estas premisas son válidas para el ejercicio de cualquier actividad que se desee, aunque ésta sea de carácter altruista como sucede en el caso de los miembros de una Junta de gobierno de una hermandad, que es el objetivo principal de este artículo.
Por eso, la iniciativa de estudiar al menos tres cursos de formación cristiana y cofrade en las Escuelas habilitadas al caso y obtener un -Diploma- para poder ingresar en la junta de gobierno de una hermandad, viene en cierto modo a resolver la ausencia de los conocimientos básicos y esenciales a quienes no los posean o a reforzar los que ya se tengan para acometer con éxito garantizado, esta noble, voluntaria y devocional misión.
A Dios se llega siempre y Él escucha incluso al más desinformado. Pero mucho mejor será, si se hace el camino conociendo su vida, sus obras y siguiendo su ejemplo. Y esto, solamente se consigue amándole mediante su estudio.