La sombra es tan afín al ser humano como su propia personalidad.
Desde que la luz mantiene la lucha eterna con la oscuridad, la sombra es la señora del baile. En la sombra puedes dominar la luz y la oscuridad. Puedes ser Dios dominando los elementos, levanta la mano derecha y rozarás la luz, baja la mano izquierda acariciando la oscuridad.
Se habla de los Caballeros de las Sombras y de la Luz. Y sin embargo, están hablando de un mismo Dios, de un mismo fin, de un mismo Ser. Todos luchamos por Dios, todos hemos muerto en sus manos, y sin embargo todos vivimos una utopía. Buscamos sin querer lo que sabemos que no encontraremos y, cuando hayamos algo sabemos que hemos encontrado lo que no buscábamos, y así evolucionado hacia no se sabe dónde, marchamos sin mirar atrás.
Siempre existirán causas que defender, débiles que proteger y honor que hacer prevalecer. Por ello existirán hombres con fuertes ideales, para luchar por ellos, para dar su vida y para regar con su sangre la tierra. No existe tierra sagrada, sino aquella, que es regada con la sangre de mártires e inocentes. No existe sombra, sino aquella oscuridad que es acariciada por la luz. Por ello no existe nada que no deba de existir.
Existir, vivir, nacer, esa es la alegría mi maltratado corazón. A este cansado jinete en las sombras, le ha cautivado su corazón una joven doncella. Ella, de pequeños pies; de pequeñas manos; rosados mofletitos; de azulados ojitos. ¡Ella!, me ha enamorado. Mientras duerme, me acompaña en estos momentos en los que escribo estas cartas, sentado en mi pequeño rincón. Su llanto, el dulce cantar de una sirena, bello y embaucador. Sus risas, el cantar del viento al rozar las copas de los árboles. Sus lágrimas, la frescura de la más pura de las aguas de manantial. Su imagen, la más bella flor que acariciada por la brisa marinera es bañada por los cálidos rayos del Sol, en el más dulce atardecer a esta orilla del río Betis. Hoy te escribo a ti, a mi pequeña doncella, que mis labios susurren palabras de amor a tu pequeño corazón. Dulces sueños Ángela.