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Gente, lugares y tradiciones

El célebre número PI, ¿pudiera estar equivocado?

No pocos matemáticos y el propio J. L. de Mundo Desconocido, reexaminando con mejores medios el tradicional valor PI de 3,141592, se encontraron con que el valor real del mismo era concluyentemente de 3,1446055, el mismo que habían calculado los técnicos de la NASA para sus lanzamientos.

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    Relata Jose Luis Camacho, abreviadamente J. L., en su interesantísimo y concurrido programa de Internet ‘Mundo Desconocido’, que en los años cincuenta y sesenta, cuando se lanzaron al espacio los primeros satélites artificiales, éstos, en lugar de orbitar en círculo constantemente, como se suponía que debieran hacerlo, daban vueltas a la Tierra formando una paulatina espiral descendente y finalmente reentraban en la atmósfera y caían. Los técnicos de la NASA, al igual que sus colegas rusos que también lanzaban ingenios al espacio, no se explicaban por qué razón sucedía tal cosa cuando estaban seguros de haber calculado correctamente para que los artefactos espaciales lanzados se mantuvieran en su perfecta órbita.  

 

   Con los módulos que al principio se enviaron a la luna también hubo problemas similares. No tomaban la órbita calculada y los primeros alunizajes, no tripulados, eran un verdadero desastre. Los científicos, pues, se obligaron a hincar los codos para detectar dónde podía estar el fallo que evidentemente debía encontrarse en los cálculos. De otra manera, las operaciones de lanzamiento hubieran sido un éxito completo, tal como se creyó haber calculado con exactitud. Al cabo del tiempo descubrieron, como ya habían descubierto matemáticos de gran talla como Mark y Scott Wollum, entre otros, que el error estaba en realizar los cálculos tomando el valor de PI como se había enseñado durante siglos, esto es, como 3,141592 y demás números decimales infinitos.

   

¿Dónde precisamente se hallaba el supuesto error del número PI? A partir del tercer decimal. Cálculos más precisos con herramientas más sofisticadas arrojaron que el valor real de PI era de 3,1446 y no de 3,141592. Efectuadas las correcciones, los técnicos de las estaciones espaciales norteamericana y rusa lograron mantener a sus respectivos satélites en órbitas estables, así como la NASA pudo lograr que los módulos lunares no tripulados, y también los tripulados con posterioridad, pudieran orbitar y alunizar correctamente.

 

 

   Todo el secreto reside en la relación existente entre la circunferencia y su diámetro. Este último está contenido en la circunferencia, como se ha detectado, exactamente 3,1446 veces con sus posteriores e infinitos decimales. Calculando con el anterior valor de PI 3,141592 se halló que la circunferencia no podía trazarse perfectamente y de ahí que las órbitas espaciales alrededor de la Tierra, al no ser exactamente circulares, se dieran en espiral descendente. Con el nuevo valor PI de 3,1446 concluyó el problema. En la actualidad todos los lanzamientos de los ingenios que han de ponerse en órbita espacial se basan primordialmente en el cálculo de PI con valor de 3,1446.

  

 José Luis Camacho, que explica magistralmente el asunto en sus videos de Mundo Desconocido, deja caer asimismo que, si la famosa Teoría de la Relatividad formulada por Einstein se basa en principio en el valor de PI como 3,141592, tal teoría parte ya de un parámetro equivocado, aparte de que, según muchos científicos, hace aguas por todas partes. Nicola Tesla, considerado como el mayor genio de la invención y autor de numerosas patentes, la más importantes de las cuales son secretas y están en poder de las grandes potencias mundiales, decía que ‘ni una sola de las proposiciones de la Teoría de la Relatividad había sido demostrada’ y por tanto no pasa de ser una simple hipótesis sin fundamento.

 

    Tesla mantuvo sus tiras y aflojas con Einstein al criticarle su presuntuosidad con respecto a la imposición de su teoría como si fuera un hecho real y probado, teoría que inexplicablemente ha sido aceptada por la ciencia ortodoxa como algo inamovible al tener a Einstein por genio matemático. Al respecto dice Tesla que “la teoría de la relatividad es un engaño masivo envuelto en una hermosa capa matemática, una masa de errores e ideas engañosas violentamente opuestas a las enseñanzas de los grandes hombres de ciencia del pasado y están en contra del propio sentido común. La teoría de la relatividad no solamente es errónea, sino fraudulenta”. Lo aseveró un hombre con una capacidad matemática y de ingeniería superior al común de los mortales. Incluso el propio Einstein tenía a Tesla por genio, a pesar de las discrepancias mutuas.

   

Dejando a un lado la célebre teoría que toma en su fundamento el valor PI de 3,141592, algo que ya la deja en entredicho por no ajustarse tal valor a la rigurosidad circunferencial demostrada en los lanzamientos de los modernos satélites artificiales, el creador y presentador de Mundo Desconocido, José Luis Camacho, detalla cómo un matemático descubrió igualmente que el valor de PI no era el que se tenía por verdadero desde sus tiempos escolares.

 

   El protagonista en cuestión observó que los discos de frenos de los vehículos eran con mucho las piezas más precisas jamás fabricadas. Si no fueran perfectamente circulares, mal uso podrían tener los frenos. Dada su perfecta esfericidad, nuestro hombre tuvo la idea de medir con un calibre de precisión el diámetro del disco, detectando que su medida era idéntica en todos los sentidos. Por otro lado midió la circunferencia del disco. Finalmente dividió el valor arrojado en la medición de la circunferencia por el valor del diámetro del disco. Esta operación la realizó múltiples veces y siempre arrojaba que el valor PI (dividiendo la circunferencia por el diámetro) oscilaba sorprendentemente entre 3,1443 y 3,1445, debido a que el utensilio de medición circunferencial no era todo lo preciso que pudiera esperarse. No obstante, el valor medio de PI era igual a 3,1444. Nunca llegó a detectar que ese valor fuera de 3,141592, como él pensaba al principio.

 

    José Luis Camacho comprobó por su lado cómo era posible que el número PI difiriera del que por siglos se había enseñado en las escuelas e institutos. Así que, con su computadora de seis núcleos y una potencia superior a la media de los ordenadores, diseñó un programa informático en el que la circunferencia y el diámetro se representaban por pixels, que son los casi microscópicos cuadraditos iluminados que vemos en la pantalla, pero que no apreciamos su disposición porque el cerebro traduce lo que ve como una imagen y no como fríos y minúsculos espacios de pantalla iluminados. Solamente utilizó un grado de circunferencia y el resultado lo multiplicó por los 360 grados, pues de otra manera, en lugar de los más de cinco millones de operaciones matemáticas, el ordenador hubiera tenido que realizar más de veinte mil millones de dichas operaciones, con lo que posiblemente se hubiera fundido antes de llegar a un resultado definitivo.

 

   La conclusión es que J. L. dividió el perímetro de la circunferencia trazada mediante pixels por el diámetro de dicha circunferencia y el producto final fue que el valor de PI en este caso arrojaba 3,1446055 y no 3,141592 como se suponía que debería ser si realmente el valor de PI fuera este último, según la ciencia ortodoxa. Se pregunta J. L. si es que alguna colectividad encubierta ha tratado de mantenernos equivocados durante siglos para que no lleguemos a alcanzar ciertos conocimientos secretos. Por lo pronto, si el valor auténtico de PI resulta ser 3,1446055, están de más todas las calculadoras científicas, hojas de cálculo y programas informáticos de matemáticas que estén basados en el valor PI 3,141592. Los tales no harían más que acumular error sobre error, como se demostró con el lanzamiento de los ingenios espaciales que al final caían en tierra.  

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