Mi Ángel de la Gurarda

Para mí, la Muerte no es más que otra buena compañera tal, como la soledad. De la soledad me enamoré un buen día de un junio de hace muchos años y, desde entonces somos fieles. La Muerte, ella es más sutil como amante, pero tan fría como el acero de mi espada. Más tampoco entiende de fidelidad pues, apuesta por cualquiera y en cualquier momento, dejándome aquí en este mundo.

Cuando di nombre a este rincón “Cartas de una sombra”, era porque detrás de ese título existe un mundo oscuro de recuerdos que evocan a mi diariamente. Sin embargo, en ese sombrío mundo existen, muy pero que, muy poquitas  estrellas que iluminen mi firmamento. A estas horas probablemente una de esas estrellitas este casi apagada, oscureciendo otro pedazo más de mi mundo.

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Nunca he sido ni seré nada en esta vida, simplemente una sombra. No dejaré huella, ni de mí hablarán. Pero si hubo un momento de Gloria en mi vida, ella fue mi iluminación. Allí donde miraba encontraba vacío, lejanía e indiferencia, pero al final y como si fuera una mariana aparición su rostro y sonrisa se presentaba ante mí haciéndome sentir arropado, con ella o si ella su simple recuerdo era manta que abrigo me daba en mis grande penurias.¿Habré estado a su altura? Con toda  certeza lo dudo. ¿Qué nieto puede estar a la altura de su abuela?, ninguno aunque es cierto que empeño no nos falta. Pero nunca daremos ese amor que hemos recibido de su bondadoso corazón, ni el calor angelical de sus abrazos o, esos suaves besos, tal cual brisa cálida de primavera.  
Aunque en mi mundo no brillará más, estoy contento pues va a reunirse con su más preciado tesoro, pronto madre e hija estarán juntas contemplando como mis hijos, sus nietos, sus bisnietos crecen, y estoy seguro que los guardaran como a mí.

Abuela, mis lágrimas regarán diariamente ese jardín de amor que sembraste en mí, y que algún día espero pueda ser tan hermoso como lo fue tu corazón en esta vida. ¡Hasta pronto!