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De vuelta a Ítaca

El poeta Bob Dylan

Silvio Rodríguez es mejor poeta que Dylan, aunque tal vez sea políticamente demasiado incorrecto para recibir un Nobel en estos tiempos...

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Hace unos días que conocimos el nombre del ganador del Premio Nobel de Literatura, que en esta edición tan polémica como atípica, ha recaído en un músico en vez de en un escritor formal. Vaya por delante que yo adoro a Bob Dylan desde siempre -y no desde ahora que se va a poner de moda escucharlo-, pero sinceramente esta elección me ha parecido poco acertada cuanto menos. Vale que Dylan como letrista ha escrito algunas de las mayores canciones de la historia de la música ¡pero un Nobel! Bueno, no sé, a lo mejor pecaré de purista, pero es que no puedo dejar de pensar que aquella gloria nunca le fue concedida a autores de la talla de James Joyce, Virginia Wolf, Jorge Luis Borges o Umberto Eco.

El argumento que había esgrimido la academia sueca para entregar el Nobel había sido el de que Dylan había "creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción", algo que –lo siento-, podría servir para justificar un premio Nobel a la Música, pero no a la Literatura. De hecho, me atreveré a decir que podríamos encontrar a varios cantautores que han escrito letras mucho más emocionantes que las de Dylan. Como dijo mi amiga Zuriñe Ojeda en Twitter -a riesgo de que la apalearan los noveleros seguidores del americano-, muy probablemente Silvio Rodríguez es mejor poeta que Dylan, aunque tal vez sea políticamente demasiado incorrecto para recibir un Nobel en estos tiempos. Desde luego, el viejo rockero hace tiempo que dejó de ser el icono de la protesta que llegó a ser. Lejos de ello vivió una especie de conversión al conservadurismo, que algún católico ha atribuido a que cantó en homenaje al Papa Juan Pablo II (y ya se sabe que a ese Papa lo hicieron santo por algo ¿no?)

En todo caso, he de reconocer que lo que más me ha impresionado de esta edición de los Nobel  no ha sido precisamente la sorpresa del nombre del premiado, sino comprobar la cantidad de críticos literarios que teníamos escondidos en España.  Y es que resulta curioso observar los debates que se han dado en un país  en el que el periódico más vendido es el Marca y Belén Estebán es capaz de llegar a ser la autora más leída. Si no conociese mi tierra, todo esto podría resultarme hasta esperanzador. Sin embargo me temo que este súbito interés por la literatura no es fruto de una repentina culturización de los españoles, sino más bien a que en este país, hasta los más idiotas siempre tienen algo que decir.

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