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El ojo de la aguja

España... ¿sin norte?

Parece ser que existe una soterrada y estudiada política de que el contrario no levante cabeza, desde todos y cada uno de los frentes abiertos

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Me pongo delante del ordenador y las ideas se me agolpan en los sentidos, me amartillan, después de ver una y no sé cuantas veces, siempre lo mismo pero en aumento en  los informativos. Una total carencia de ideas y abundancia de mentiras que se contradicen entre unos y otros políticos, todo menos escoger el camino del razonamiento, de la veracidad, de extender la mano y ser correspondido de la misma manera, mirando siempre, sin dejar de mirar a los cerca de cincuenta millones de habitantes que conformamos nuestro país, después de la ineficacia hasta ahora demostrada por la pléyade de políticos -sálvese el que pueda-que ante todo, parece que le tienen miedo al norte, convertido en el hombre lobo o Frankenstein.

Parece ser que existe una soterrada y estudiada política de que el contrario no levante cabeza, desde todos y cada uno de los frentes abiertos con la aparición de los nuevos partidos. Prevalece a través de una gran cantidad de medios informativos, la pedante intencionalidad de que el sistema continúe erre que erre, permitiendo el problema más gordo que ya se antepone al paro, que no es otro que la corrupción, el ejemplo más reciente lo tenemos con el nombramiento de Soria para engrosar las filas del Banco Mundial; después de figurar en las listas de los corruptos, el gobierno de Rajoy le ofrece ese regalo fruto del amiguismo, y todo, aún más doloroso, siendo presidente en funciones de un país.

La verdad sea dicha que, esto, solo sucede en España, por eso quizás también aquella etiqueta que nos cuelgan, con toda la razón del mundo, “España es diferente”. La presión ha podido con el canario y se ha quedado callado en la jaula. Pero la verdad, lo que más me extraña de tantas incongruencias vividas en estos cuatro años de política “democrática”, es el alejamiento que se vive con respecto al norte desde Madrid, de igual manera podemos decir del Sur de donde es uno, los extremos se tocan, y es cierto.

Ahora nos vienen con el cuento de que se tienen que “retocar” las autonomías, o algo parecido, con no sé qué tipo de ataduras para que el gobierno central gobierne más a sus anchas, en suma,  que la cuestión no es otra que la de mantener lo mismo pero con distintas máscaras, para que el carnaval no sea tan solo en febrero sino también durante todo el año.

El robo, la miseria, los desahucios, las injusticias y el hambre cada vez están poniendo  distintas caras por las calles de nuestro dañado país. Ya es obligado, no por decencia sino por imperativo, que se vaya tomando en serio la situación drástica en la que vivimos para intentar ponerle remedio, y trazar unos horizontes más esperanzadores. Fuera las pseudoverdades que invaden las tertulias y ciertos informativos mediatizados, que se sepa que el pueblo no es tonto, calla pero no otorga, por muchas jugadas maestras que nos quieran vender sacadas de la chistera. En definitiva, el pueblo está harto, veremos lo que dura.  

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