Pero bueno, ¿qué está pasando? ¿Estamos rodeados de crédulos atontados o de pasotas a los que no les importa ser engañados? Yo no creo que suceda ni lo uno ni lo otro, lo que pienso más bien es que hay demasiada gente dispuesta a admitir las mentiras más burdas porque su sectarismo actúa como las orejeras del burro e impide que apliquen razonamientos lógicos por muy listos y preparados que estén.
Pero lo cierto es que el burro carece de nuestra capacidad intelectual y con tal de ponerle orejeras y darle algún palito que otro lo llevamos a donde sea, mientras que para que las personas se pongan unas orejeras hay que convencerlas.
Eso lo saben bien quienes dirigen movimientos sectarios (sean políticos o no), que para poderles imponer sus orejeras particulares al mayor número posible de personas ocultan información y manipulan la realidad, mintiendo y dando argumentos oportunistas bien orquestados.
Llegados aquí sería lógico suponer que si esa manipulación y esas mentiras fueran demasiado evidentes las orejeras se deberían caer, pero no, el sectario las mantiene en su sitio como si las sujetase un pegamento mágico y continúa ignorando la realidad. Veamos un reciente ejemplo de esto.
Los sectores políticos más sectarios de nuestro país pretenden hacernos comulgar con ruedas de molino cuando publican unas vergonzosas encuestas del CIS (realizadas con dinero público) cuyas preguntas manipuladoras y sus resultados cocinados solo podría satisfacer a un ciudadano que se sienta contento de que le tomen por un tonto útil que se comporta como un burro con orejeras a la espera de alfalfa.
No quiero molestar a nadie, pero quién no se sienta estafado por las mencionadas encuestas debe ser un sectario con escasa vergüenza o un pobre desnortado digno de lástima (por supuesto existe libertad y es lícito optar por ello).
Si los responsables de solventar la pandemia informan mal y no dan directrices claras los ciudadanos no pueden actuar en libertad para tomar decisiones acertadas. Esto no ha terminado y el desconcierto ya está afectando a las medidas para des-confinar a la población y al uso de las mascarillas, no quiero pensar en lo que puede pasar si no se remedia pronto esta situación, no solo en lo económico sino en asuntos como la vacunación de la COVID-19. Ya hay multitud de personas que por ignorancia, desconfianza o – como no – sectarismo no se quieren vacunar, lo que afectaría a la salud colectiva.
Esperemos que informen bien sobre la vacuna para que todos (incluidos anti-vacuna) puedan reflexionar y tomar libremente la decisión correcta. Ojalá no lo hagan con preguntas del CIS. De la pandemia NO salimos más fuertes en ningún sentido, DA ASCO ver como se burlan de todos al pagar con dinero público a la prensa en papel para que saquen esa frase manipuladora en las portadas. Recuerden:
no podemos olvidar. Fuerza y salud.