A estas alturas de octubre los cementerios deberían tener el típico paisaje de centenares de personas adecentando las tumbas y las floristerías sin dar abasto, pero la covid retiene, por ahora, incluso la fotografía de los crisantemos preparados para adornar los nichos.
Y es que las restricciones que se están aplicando a la hora de visitar los cementerios pueden provocar que los camposantos no luzcan cargados de flores como cada primero de noviembre, lo que sufre especialmente el sector de la flor, que a estas alturas de mes puede tener un descenso de ventas en torno al 50 % con respecto a las mismas fechas del 2019.
Así, una buena parte de las ventas está retraída, y no se termina de ver claro el futuro de esta flor llamada originalmente chrysanthemum, un género de alrededor de treinta especies de plantas perennes que se asocia indisolublemente con el recuerdo de los seres queridos desaparecidos, y que el resto del año “se venden directamente como margaritas”, a cuya familia pertenecen.
En condiciones normales, esta flor “se vende mucho en forma de bola, y se saca solo en estas fechas, por estar tan arraigada y relacionada con los muertos”, explica a Efe David Jiménez, propietario de un vivero entre Sevilla capital y La Rinconada, donde lamenta que “estamos en un momento de mucha incertidumbre”.
Se debe, entre otras cosas, a que “cada localidad gestiona su cementerio, y cada una lo hace de una forma, de modo que en la mayoría de los pueblos todavía no saben los horarios ni fechas, en algunos hay que acudir con citas y en otros ni se sabe”, lamenta, al tiempo que incluso, recuerda, el cementerio de San Fernando de Sevilla capital, el más grande de la provincia, aún no tiene en marcha el protocolo claro para Todos los Santos y Fieles Difuntos.
Y eso que “si en algún sitio se va a los cementerios cuando llega noviembre, es en Andalucía”, pero dentro de la demanda que suele haber cada año de crisantemos, el descenso de este año es evidente, lo que Jiménez aprecia en cada momento, porque “las tiendas son las que recurren a ti, la floristería nacional y sobre todo las de los pueblos”, y cuando a diez días de la cita la demanda no es alta, está claro que algo pasa.
Para intentar acabar con la incertidumbre se han tomado decisiones como la que ha adoptado el Ayuntamiento sevillano de Herrera, que ha establecido un sistema de reservas para visitar el camposanto, con turnos de hora y media, el máximo tiempo que una persona puede permanecer de visita, con el fin de facilitar que sus 7.000 vecinos tengan la posibilidad de acudir con seguridad a recordar "in situ" a sus seres queridos.
Con todo, “hay mucha menos venta que el año pasado, y eso se nota en los pocos pedidos por adelantado que hay, aunque esperemos que la semana que viene comiencen a llegar los pedidos de las floristerías de los pueblos”, explica David Jiménez, representante de un sector que, eso sí, tiene cierto movimiento, “porque parece, con el confinamiento, que la gente se ha dado cuenta de que quiere mejor su casa, porque pasa más tiempo en ella, y le está dedicando más tiempo a la jardinería o el bricolaje”.
Eso se nota en el vivero, donde los lunes son días más tranquilos tras el trasiego constante del fin de semana, pero varias personas recorren sus calles buscando flores o plantas, mientras los crisantemos esperan que la covid les busque un hueco en su agenda para pasar de las macetas a los nichos.