En los últimos años se ha impuesto el bótox como tratamiento estético, gran aliado de famosas y de gente de a pie. Sus riesgos son escasos y los resultados evidentes. En un principio se utilizaba con fines terapéuticos, para corregir tics nerviosos, estrabismo e incluso el exceso de sudoración.
Antes de dar el paso de pasarte a esta toxina botulínica, bótox es el nombre comercial, os doy pros y contras para que lo pongáis en una balanza:
El bótox inyectado bloquea los impulsos nerviosos y esto hace que desaparezcan las arrugas, alisando la piel y destensando el músculo. El tratamiento lo debe realizar un cirujano plástico, porque el pinchazo ha de ser exacto con la composición adecuada. Si no se pincha correctamente puede provocar problemas como la parálisis parcial de la zona, labio o párpados caídos e hinchazón.
Antes de realizar este tratamiento debes hacerte unas pruebas para eliminar cualquier posibilidad de alergia. No necesita anestesia ni ingreso hospitalario puesto que no es una técnica quirúrgica, tampoco es dolorosa, aunque es normal la aparición de pequeños moratones, leve hinchazón y sensación de parálisis, pero estos efectos deben desaparecer entre 24 a 72 horas máximo.
La pega del bótox es que su efecto es a corto plazo y sus beneficios sólo son visibles entre cuatro y seis meses. Además, esta técnica también resta naturalidad a la expresión facial. No es un tratamiento estético rentable por precio y duración de los resultados. Es adictivo porque al verse sin arrugas muchas personas no quieren volver a tenerlas y se enganchan al bótox.
Personalmente recomiendo otro tipo de tratamientos estéticos, porque para mí la expresividad lo es todo en una persona. Está en vuestras manos si queréis eliminar con un pinchazo las arrugas o seguir con ellas y lucirlas orgullosos.