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Mal de ojo al polígono Las Aletas

Un otoño tan cálido hace tiempo que no se disfrutaba en la mitad sur de la península, parece más una estación primaveral, impropia de los meses que corren. La temporada de playa se ha alargado, ayudando a mejorar la temporada turística.

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Un otoño tan cálido hace tiempo que no se disfrutaba en la mitad sur de la península, parece más una estación primaveral, impropia de los meses que corren. La temporada de playa se ha alargado, ayudando a mejorar la temporada turística.

Las terrazas siguen abiertas haciendo caja. Esta insolación inusual le da brillo al paisaje impropio del equinoccio en el que estamos. Los insectos continúan con su vuelo sin fronteras y las flores se abren negando la época otoñal.


En este noviembre que descubrimos tan idílico y pastoril sobre Las Aletas se cierne el desastre.
El Tribunal Supremo ha parado la urbanización de la mitad de la futurible zona industrial. Parece que a Las Aletas le han echado “Mal de ojo”.

Las prácticas nigrománticas, de magia blanca, recomiendan una serie de ejercicios para comprobar si ese territorio padece de ese mal, para que nos indique que algo fuera de lo normal está ocurriendo.
Una de las técnicas que se puede realizar es la de quemar sal gorda. Para ello se debe preparar una pequeña vasija (cazuelita de barro o metal), pondremos un monigote que represente a Las Aletas, a continuación se echará alcohol y se prenderá.

Según va ardiendo, se irá cogiendo sal gorda y arrojándola al fuego.
Si los chasquidos de la sal gorda al irse quemando son muy fuertes, esto indica que el polígono tiene mal de ojo, por el contrario, si los chasquidos son débiles, significa que no tiene mal de ojo.

Bromas aparte. El humor negro es el que nos hace acudir a estas prácticas en las que nadie cree. Sobre todo cuando una y otra vez se ve naufragar un proyecto que iba a contribuir a dotar el territorio de todo el suelo industrial que le hace falta a corto y medio plazo.

Parece arte de brujería. En una crisis como la que padecemos la posibilidad de ofrecer un área urbanizada donde instalar toda clase de industrias a unos buenos precios se hace inestimable, sobre todo cuando se habla de diez mil empleos entre los directos e indirectos, en una comarca tan castigada por el paro.

Donde se da la circunstancia que todas las instituciones que representan a los trabajadores, empresarios, gobierno autonómico y central estaban de acuerdo firmando el pacto de Las Aletas bajo el augurio de “Espíritu de “Las Aletas” que no ha resultado hasta ahora nada benéfico.

Al otro lado del Estrecho, los proyectos van viento en popa. El supermuelle de Tánger avanza a pasos agigantados, sus infraestructuras también.

El gobierno marroquí contempla el final de las obras a corto plazo y eso le hace embarcarse en nuevos retos como el polígono, puerto y comunicaciones para otro lugar como Nador.

En nuestro vecino del Sur ocurre todo lo contrario que en la provincia de Cádiz y los auspicios no pueden ser más felices.

Urge por tanto someter a las Aletas a la prueba del mal de ojo. O ponernos en serio que es lo más provechoso y llevar adelante ese proyecto señero para la provincia de Cádiz y para Andalucía.
Hasta pronto gadirtanos.

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