Sentimientos nostálgicos

Publicado: 16/05/2021
Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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El reloj testigo eterno de alcoba ocupa nuestra última mirada. Le fijamos la hora en que nos devolverá al estado consciente.
El aire como suave sabana de seda se deslizaba sobre la superficie de las calles de la ciudad. El silencio de la noche comenzaba a notar sobre su piel ásona, el percutir de alguna tos de fumador de bronquios enmohecidos. El sol se restregaba sus párpados para combatir el resto de somnolencia que pudiera impedir estar a su hora en el alba. La luz un día más desplazaba a la oscuridad y daba al lienzo atmosférico el azulado color, que volaba como suave brisa por toda la ciudad, formando nido en sus balcones. El rocío de la mañana dejaba resbalar sus gotas por los tallos de las farolas. Las alarmas despertadoras de los relojes son los gallos que ofrecen su canto metálico a la ciudad. La realidad está en las fábricas y las empresas. La necesidad en el sustento diario. El salario es el depredador de la vida humana. Cuanto mayor es su mordedura, más materialidad encuentra. Se abren las puertas de casas y edificios. El amor sale por ellas con la idea de expanderse, el odio con la de envilecerse. La ley de la vida es que el yunque aguante y el martillo golpee. El mono azul, blanco o gris, epidermis artificial del trabajador, es el último icono de la esclavitud. La falsa libertad procurará que no te deshaga de él. La caricia ha quedado en el lecho hogareño. La alegría en la canción bajo la ducha. La amistad es el oasis que a veces se encuentra en la árida y solitaria arena de la vida.

Delante de cualquier tipo de máquina, pantalla de ordenador o frente al terruño, se sueña con el ocio del fin de semana o mes vacacional. El divorcio que hemos planteado al tabaco, siente cada mañana el deseo de reconciliación, pero el brazo restrictivo de la sanidad, nunca dejará hueco para este ayuntamiento. 

Se abrazan las manillas del reloj al par que el sol lanza la mayor ráfaga de rayos, que anuncian el mediodía. Mezcladas con ellos hay débiles ondas sonoras, que emergen de espacios cada vez más aislados y escasos de voces, que han hecho suya la idea de que no hay reloj sin relojero. El ángelus.

Se reúnen hombres y mujeres para batir sus ideas en el mundo de la competitividad. Los mejores se expresan, los mediocres niegan todo tipo de avance para evitar el esfuerzo de tener que enterarse en qué consisten. La monotonía iza bandera, el trabajo es la hormiga del cuento, pero hay que saber leer para comprenderlo y enjuiciar a la cigarra. El péndulo nació sin sentimientos y solo obedece a la cuerda del reloj que lo moviliza. El tiempo siempre acaba venciendo nuestra sístole.

Se cumple el horario laboral. Se camina hacia el hogar con la misma incertidumbre que el alma cuando se queda sin su envoltura física y no sabe si le espera infierno o gloria. El incauto piensa que el destino está escrito. El responsable sabe que la vida hay que hacerla. Quien espera el maná encontrará el diluvio.

La amada espera en el hogar o regresa al unísono. El encanto sin inteligencia es castillo de arena. El beso es la amalgama que une los diarios problemas familiares, dándole a la solución, consistencia. La mesa que hemos definido como tablero horizontal, suspendido en el alto por “patas” tiene un oculto espíritu que invita a la unión y la concordia.  La pantalla mágica, el recurso donde el descanso quiere hallar su mejor atractivo, o pinta de negro el sentimiento familiar con noticias de la pandemia, o hace basura los principios más tradicionales o los valores que más precisan ser heredados. La mano que conduce “el mando a distancia” precisa de fuerte sentido común para saber elegir.

Nadie sabe despedirse como la tarde. Esa luz huyendo de las calles y ese sol hundiéndose en el horizonte, tienen el aroma del tren expreso que se aleja con algún ser querido dentro de él.

 La oscuridad se apodera del espacio. No solo tiene su color - porque el negro lo es - sino también la magia y el atractivo del arrullo. El amor recuerda su naturaleza física y la caricia, el abrazo, el entrelazado de los cuerpos y la fusión de las caderas, tienen la fuerza escultora de una nueva vida. El reloj testigo eterno de alcoba ocupa nuestra última mirada. Le fijamos la hora en que nos devolverá al estado consciente. Nos introducimos en el mundo de los sueños, un universo muy superior al real, que los astrónomos progresivamente van descubriendo.

Nacerá un nuevo día, pero este me ha cogido nostálgico de sentimientos, metafórico de creatividad e idólatra con nuestra lengua española a la que pronto vamos a rendir culto. Cómo es posible que tenga enemigos en su mismo feudo. 

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