La de San Antonio despliega su fantástico tríptico imaginero

Publicado: 01/04/2015
La hermanda del Martes Santo camina en penitencia buscando la compasión de su pueblo
Martes Santo grande, de niños y mayores dispuestos a la tarea penitencial con una salida parsimoniosa de la parroquia de San Francisco, provocada sobre todo por la longitud del cortejo que pone en escena el primer tríptico cofrade de la Semana Santa arcense: los tres pasos con San Antonio –el prioste-, el Señor Atado a la Columna y la Virgen de la Paz.


El paso de palio de María Santísima sufrió un pequeño percance cuando rozó el pórtico parroquial causando daños a uno de sus varales. Fue la anécdota de una salida que entraña gran dificultad sobre todo por el tamaño del palio pero que, no por ello, no dejó de reunir a cientos de personas en el atrio parroquial de San Francisco y a miles en los alrededores del templo.


La vieja cofradía fundada en 1651 lució su esplendor tradicional, con más de un centenar de hermanos de fila vestidos de azul y blanco, en el caso de San Antonio y Señor Atado a la Columna, y de riguroso blanco, en el de la Virgen. Uno de los más largos cortejos de la Semana Santa arcense puso rumbo a las calles Gomeles, Alta, Corredera… hasta adentrarse en el casco antiguo por Cuesta de Belén.


El palio, que dirigen Manuel Iglesias y su hijo José Manuel, lució una Virgen bella, ataviada este año del impecable blanco de otras ocasiones, mientras que la imagen de San Antonio lució su característico hábito franciscano y portó una vez más al Niño Jesús entre sus manos. El paso del santo fue exornado con rosas amarillas y fue dirigido de nuevo por la cuadrilla de mujeres a las órdenes de la experimentada Francisca Roldán.  El paso de misterio del Atado a la Columna, claveles color púrpura pero sobre todo la imponente estampa de un hombre amarrado a un madero mientras sufre los latigazos de los sayones romanos.


Las atenciones también volvieron a centrarse en la gran cantidad de niños que toman parte en el recorrido, así como en el espectáculo que despierta el paso inquieto de los armaos que dirige Agustín Pajuelo, desfilando de extremo a extremo de la calle y cambiando de posición dentro del desfile, lo cual le da un dinamismo especial a la procesión.


La hermandad dirigida por Rosa María Roldán dejó una evangelizadora estampa a los ojos del creyente y una hermosa imagen ante su pueblo.

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