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Arcos

La sonrisa de la esperanza

Elisa Cantón trabaja en el sector turístico en Mallorca y ha intentado siempre echar un cable a los arcenses desempleados que hasta allí emigran

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  • Elisa Cantón -

Hoy día, cuando las noticias dejan ver casi en exclusiva aquella parte menos generosa del humano, ahogando la esperanza, justo es reivindicar que no toda la realidad es esa. Existe un sustrato generoso menos visible, que no es habitual en los medios y que sin embargo forma el entramado que sustenta nuestra sociedad: la solidaridad.
De mirada clara, al igual que el color de sus ojos, no deja lugar a duda cada palabra que afirma. Lo hace con el tono y cadencia de quien no quiere divulgar lo que cuenta, casi de forma confidencial y con el pudor que imprime la seguridad de quien actúa en conciencia, respondiendo exclusivamente a una convicción y forma de concebir la vida y su relación con el prójimo.
Perteneciente a una familia con raíces arcenses en presencia y acto, quiso el destino y la vinculación laboral de su padre a una de las cooperativas de amplio recorrido en nuestra comunidad, que desde Sevilla, al poco de nacer viniera a Arcos de la Frontera, donde ha vivido y desarrollado parte de su formación, experiencia y recurso vital.
Fue en Arcos, donde Elisa Cantón vivió su infancia, adolescencia y juventud repleta de felicidad en ese seno familiar que la inculcaría los valores humanos y sociales que marcaron su día a día, dejando de forma indeleble el camino abierto a una manera de concebir la vida personal y su relación con el entorno.
Sus palabras transmiten convencimiento, no hay atisbo de duda. Cuenta que tuvo como referencia su casa de niña, la formación de su padre y madre, lo que vio de pequeña y cómo, en su entorno más directo, lo social era plato de cada día. Un plato que había que llenar, no sólo para sí, sino para aquellos quienes pudieran necesitarlo.
Salió de Arcos de la Frontera buscando horizontes que abrieran su espectro y posibilidad laboral. Empujada por su propio carácter de superación, su profesor de griego y quizá en parte por el desamor, su necesidad de nuevos horizontes la han llevado a ser quien y es y hacer lo que hace, que en definitiva es lo que venimos a contar.
La historia de Elisa, no es una historia común como tantas otras. Ella arriesgaba en su marcha y dejaba atrás todo lo que significaba, como sigue significando según sus palabras, una parte de existencia muy querida. Desde la familia hasta su pueblo, su Ciudad, amigos y referentes que hasta entonces la habían querido - seguro la siguen queriendo -  y que le ofrecían el estimable calor de saberse acompañada. Pero no dudó.
Después de haber trabajado en Arcos en el ramo de hostelería y acumulado la experiencia que le abriría las puertas en su singladura, dio el salto a las Baleares, Mallorca concretamente, donde su intuición, buena disposición y aptitudes personales, encontrarían fiel remanso donde restaurar el caudal de sus inquietudes profesionales y personales.
Mallorca la recibiría con los brazos abiertos. No tardaría ni un día en entrar a formar parte de una empresa hotelera, la que a la mañana siguiente de pisar tierra mallorquina, la contrataría a ella y a su amiga para cubrir los servicios en relación.
Allí comienza una nueva etapa cuya línea ascendente no ha dejado de prosperar hasta hoy. Y fiel a sus raíces, tanto culturales como educacionales, en tierras isleñas, comenzó a poner en práctica lo que ya era fundamento y actitud en ella: la ayuda a los demás.
La historia de Elisa Cantón se la agradecemos a Paqui - otra arcense - quien en amigable  encuentro nos la presentó recientemente en una de las acostumbradas terrazas de nuestra localidad, acompañados de esa temperatura cálida que sorprende en noviembre, lo mismo que sorprendió la cálida conversación que se derivó de aquel encuentro.
Lo que escuchaba, tanto referir como contar en primera persona, no dejaba indiferente ni daba lugar a dudas. Elisa, respondiendo con la naturalidad que la amistad propone, quiso situarnos, y poco a poco, animada por nuestra curiosidad, iba adentrándose en su relato - el de su vida - casi sin querer. Pero aquél inicio, aquél encuentro quería más. Sobre todo ante la inusual realidad que se presentaba a medida que íbamos avanzando en la conversación.
Si su padre, al mando de la cooperativa La Pequeña Holanda y actor en la vida pública de Arcos de la Frontera, sirvió de ejemplo llevando a cabo máximas de participación y acción social directa entre sus empleados y conciudadanos, su hija, Elisa, no iba a  ser menos.
Desde el minuto uno de su estancia en Mallorca, Elisa Cantón miró por los demás y ha venido mirando por los arcenses, por sus vecinos y vecinas de toda la vida, por quienes dejó atrás en aras de un futuro esperanzador, pero a quienes hasta hoy no olvida ni olvidó desde aquel año 2000 en el que quiso ser acariciada por la fortuna de aquellas otras islas, también afortunadas, que forman parte de nuestra geografía.
        -“No me meto en la vida de las personas, sino que les allano el terreno”, dice al hacer referencia a las personas que ha ayudado.
- “Aquí en Arcos, fui una de las primeras camareras de las carpas de verano…trabajé igualmente en el Parador de turismo…y siempre he hecho lo que me ha gustado.., la vida me pedía mucho más, me fui a Mallorca sin conocer a nadie, sólo con mi experiencia en hostelería quise iniciar la andadura. Nada más llegar conocí a una arcense que necesitaba un puesto de trabajo digno y me puse a buscar para mí y para aquella muchacha. En el segundo día conseguí trabajo para ambas, camarera de guardia y camarera de piso”.
“Al poco tiempo la dirección del hotel me ofrece entrar en el puesto de animadora, al tiempo que me ofrecen pagarme la Escuela de Turismo y eso cambia por completo mi panorama profesional en tierras mallorquinas”.
      Unos años de animadora del hotel propicia su ascenso a jefa de animación e igualmente una mayor capacidad para “pedir por los demás”. En este punto Elisa reconoce que tiene gran facilidad para pedir, siguiendo el consabido parafraseo de… “quién no llora…”, y advierte que, en esto, no le da ningún pudor, sobre todo cuando se trata de los demás. Así comienza a llevarse a su lugar de residencia, aprovechando su buen trabajo y contactos establecidos, a aquellas personas de Arcos necesitadas de un puesto de trabajo para cubrir servicios de camareras, cajeras de restaurante, recepcionistas…
La carrera profesional en ascenso de Elisa, la lleva a ser recepcionista. Domina idiomas (inglés, alemán…) y en este nuevo puesto, amplía más aún sus posibilidades de ayuda. Reconoce, no obstante, que no puede llegar a todo el mundo.
Afirma que para acceder a los puestos de trabajo en Mallorca, cuenta casi más la experiencia que la preparación oficial, pero hay que ir, hay que estar allí para encontrar el trabajo.
“Les preparo, les oriento, les ayudo con el currículo, les acompaño con el coche o les dejo uno. Y si se trata de poner al día sus aptitudes, en mi propia casa les enseño desde cómo llevar una bandeja hasta preparar la mesa…”.
Preguntamos a Elisa, cómo se puede combinar su actitud y disposición que la ha llevado a permitir que algunas personas, recién llegadas, vivan en su propia casa mientras se acoplan y encuentran vivienda,  con su vida familiar. Ella, nos asegura que es precisamente gracias a su núcleo familiar y la comprensión de su marido, que en ningún momento ha interferido en sus iniciativas y como no, la educación en consonancia – sirva el ejemplo - que ofrece a sus hijos.
  No nos cabe ninguna duda que en este punto y forma de ver la vida, la tradición educacional permanece. Pero reconoce que sí existe una condición que solicita de aquellas personas a quienes ha ofrecido ayuda: “lo que yo he hecho por ti no olvides hacerlo por los demás. Esto propiciará seguir la cadena de favores haciendo lo que yo he hecho por vosotros”. Y reconoce a continuación que, con esa actitud, está imprimiendo los valores en otras personas, los mismos que ella defiende y sigue poniendo en práctica.
Son muchas las personas a las que ha prestado ayuda Elisa. Presume justificadamente de no perder el contacto con ellas. Y es este contacto mantenido, una forma de agradecimiento íntimo que declara compensarla sobremanera cualquier esfuerzo realizado.
En los últimos años, Elisa Cantón ha ejercido como gerente de una cadena hotelera. En la actualidad y debido a una enfermedad de la que afortunadamente se recupera, se ha apartado un poco de su labor profesional, pero su necesidad de actividad la mantiene con el vigor necesario para continuar su causa. 
-“Es mi naturaleza…”, argumenta cuando desde algún rincón de ese núcleo familiar quieren protegerla, argumentando la responsabilidad y aquél stress que no es bueno para ella.” Va innato en mí…”, acentúa.
Reconoce que siempre ha participado en la actividad política bajo las siglas de IU, pero quizá la particular idiosincrasia y  lengua de las islas, han dificultado su continuidad en aquellas latitudes.
En la actualidad, afirma, su vida laboral y entorno familiar están en Mallorca. Reconoce al mismo tiempo que no tendría inconveniente en retirarse en Arcos de la Frontera, ciudad que ama y a la que acude con frecuencia a visitar a sus amigos, su gente y el paisaje que desde los seis años correteó, vivió y disfrutó en una feliz relación entre tierra y aire, familia y amigos, idea y acto. Esa luz y aire sureño del que es tan difícil deshacerse que, hasta el que escribe, echa de menos cuando le falta.
La esperanza mantiene su rumbo y muchas veces tiene nombre y apellido. Otras voz de mujer, y muchas, aquella sonrisa que emana de quienes viven con el corazón y la conciencia de valores por los que merece la pena decir que aún somos seres humanos. Siendo éste el caso, podemos decir que existe una voz, una sonrisa y un nombre.

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