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La grabadora

"Cada vez está más claro que hay una vida ruidosa, actualísima, llena de vacío y de noticias, y una vida real repleta con el dolor y la alegría de la gente"

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No voy a negar yo que la formación del nuevo Gobierno es un tema importante. O dilucidar quién será el Campeón de Europa de Naciones. O la visita de Obama a Sevilla, donde una vez más demostraremos que somos unos catetos, locos por asomarnos a las puertas para ver pasar a un extranjero importante. No lo niego. Todo eso tiene su valor. Pero donde esté esta niña de nueve años, cuyo nombre no digo porque no quiero, que ha grabado las palabras soeces de su propio padre efectuándole tocamientos asquerosos, que se quiten Obama, Mariano Rajoy y hasta el mismísimo Cristiano Ronaldo.

Dicen que la niña lloraba y pataleaba cada vez que tenía que irse con su padre conforme al régimen de visitas. Dicen que había denunciado que su padre “le tocaba y le hacía cosquillas debajo de las bragas”. Pero los Jueces, por lo visto, no lo veían claro. Decían que la niña no se explicaba bien y archivaban las denuncias, hasta que la pobrecita, harta de que la escucharan y no pusieran remedio, metió una grabadora entre sus ropas y consiguió un documento sonoro revelador: su padre le hablaba de cosas impropias para una niña de nueve años, le proponía actos sexuales y, a juzgar por sus palabras grabadas, le metía mano directamente.

Cada vez está más claro que hay una vida ruidosa, actualísima, llena de vacío y de noticias, y una vida real repleta con el dolor y la alegría de la gente. Ni que decir tiene que lo verdadero, lo que quedará, lo que será el auténtico engranaje de la historia, son el dolor de gente como esta criaturita acosada por su propio padre. Hay un mundo silencioso, donde se labora franciscanamente, donde se estudia, donde se sufre o se ríe, que no sale en las noticias, o sale cuando ya la cosa es escandalosa, pero que día a día alimenta con su dolor y su dicha esta gran moneda que es la vida.

Lo otro, el noticiario que perseguimos codiciosamente como si en ello nos fuera la vida, es la capa superficial, contrahecha, de la realidad. Lo que estoy tratando de decir es que con los años Zapatero, Buch, Leonel Messi, serán sólo un nombre en un libro de Historia. Sin embargo, el dolor de esta niña, su angustia cada vez que tenía que acudir a la visita de su progenitor/violador, son algo sagrado que nos concierne a todos, que nos exige a todos velar por una infancia siempre expuesta al desvalimiento y el abuso.

Porque este caso ha sido resuelto gracias a la inteligente jugarreta de esta niña, pero cuántos casos andan ahora, mientras yo escribo y espero la hora del próximo partido, sucediendo y llenando de horror a miles de niños. Lo piensa uno y se estremece de miedo, de desesperación. Y de asco, por supuesto.

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