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Arcos

Un símbolo de esperanza

En plena pandemia, la Diócesis retoma la construcción de la iglesia de El Santiscal, en Arcos, tras su derrumbe parcial de hace doce años

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Firma del contrato con la empresa constructora.

Estado actual del templo. Los ladrillos, ya apilados, esperan a ser colocados.

La firma del contrato sirvió además para avanzar el proyecto.

Han tenido que transcurrir doce años para que la comunidad cristiana de la barriada de El Santiscal vea retomadas las obras de construcción de su templo. La demora ha venido provocada por el largo proceso judicial tras el grave accidente laboral que dio al traste con el proyecto. Consecuencia de aquel episodio, la Iglesia fue indemnizada con 80.000 euros que han sido parte esencial para que se pueda reiniciar la obra, que acometerá a partir de septiembre próximo la empresa constructora jerezana dirigida por José Carlos Torreglosa tras haber ganado la licitación que puso en marcha la Diócesis Asidonia-Jerez.

El pasado lunes se firmó el contrato con la constructora, ocasión en la que el joven párroco Juan Antonio Vital agradeció la participación a las empresas que han concurrido en un proceso que se ha llevado a cabo con “total transparencia”. De hecho, una comisión técnica del Obispado ha valorado y estudiado el proyecto para elegir finalmente la mejor oferta, como también una segunda comisión, en este caso de El Santiscal, ha seguido de cerca todo el proceso. La primera fase de obras costará 256.347 euros sin IVA y será financiada, además de con la indemnización, con la recaudación de la propia Iglesia a través de donaciones y actos sociales (unos 50.000 euros), y un préstamo que se solicitará estos días.

En esta fase se terminará el forjado desprendido en el derrumbe, se cerrará el edificio y se acondicionará la parcela sobre la que se asienta la estructura del templo, la cual, según los técnicos, está en buenas condiciones para continuar las obras. Juan Antonio Vital quiso tener unas palabras de agradecimiento para la familia Armario por la donación de 100.000 ladrillos para las obras, los cuales fueron trasladados a la parcela de la iglesia por la empresa local Construcciones Lagos, a cuyo gerente, Pepe Ruiz, agradeció igualmente la colaboración por poner a disposición su maquinaria. Y un tercer agradecimiento para el Consejo Pastoral de la Iglesia que se ha volcado desde un principio con el proyecto, de lo cual dio cuenta el propio párroco en el transcurso de la misa del día.  Asimismo, el agradecimiento se hace extensible al Ayuntamiento de Arcos “que nunca ha tenido un no por respuesta cada vez que se le ha pedido colaboración”.


El sacerdote aprovechó para pedir colaboración a la sociedad arcense, y particularmente a los vecinos de El Santiscal, para que colabore económicamente, para lo cual se ha habilitado una cuota voluntaria que ayude al pago del préstamo solicitado. Que la parroquia de la Santa Cruz se embargue en un proyecto de envergadura no es ni mucho menos obstáculo para que la Iglesia continúe su labor pastoral en el edificio anexo que ha utilizado desde el principio para su actividad litúrgica y el culto, además de desarrollar catequesis y otras actividades religiosas.  No obstante, el proyecto es en sí un estímulo para la feligresía y la propia Iglesia.

El empresario José Carlos Torreglosa señaló que es un orgullo ejecutar una obra tan importante, entre otros motivos porque no todos los días se construye un templo frente a la hegemonía de la obra civil y pública. Está convencido de que la obra saldrá adelante con garantías, al igual que la segunda fase de trabajos. Torreglosa asegura que la situación actual de la estructura de la iglesia no será un inconveniente para la continuación de las obras. En el lado sentimental, el párroco aseguraba que la obra no deja de ser un reto en estos tiempos en los que la crisis sanitaria ha pasado factura a todo tipo de proyectos. “Humanamente tenemos que darlo todo, pero el último término es Dios. El objetivo de la Iglesia es la fe y reconocer aquí al Señor que camina al lado de nosotros”. Por ello valora que en estos difíciles tiempos, “en los que la vida parece perder cierto sentido ante la incertidumbre, la luz del misterio se abre”. Juan Antonio Vital diría que esta obra es una señal de esperanza, no solo para El Santiscal y Arcos, sino “para todo el pueblo de Dios”.

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