Lo advirtió el viernes el ex alcalde de Puerto Real José Antonio Barroso al término de la improvisada manifestación de empleados del metal en la capital gaditana a cuenta de cuatro despidos en Mecamansol, contrata de Navantia, y tras las denuncias por parte de la Coordinadora de Trabajadores del Metal (CTM) del reiterado incumplimiento del convenio, con jornadas laborales de doce horas en lugar de ocho en la industria auxiliar: “Que se enteren Pedro Sánchez, queremos barcos para Cádiz, que se entere Yolanda Díaz, queremos barcos, si no, lo que encontrarán no será precisamente una ciudad que sonríe, sino una ciudad que blande el puño exigiendo un comportamiento como el que hace años no tienen con nuestra tierra”.
Y así fue. Solo 48 horas después de las palabras del otrora primer edil, algo más de medio centenar de empleados de la industria auxiliar aprovecharon la presencia en la Plaza de la Catedral de la vicepresidenta del Gobierno, ministra de Trabajo y candidata de Sumar para visibilizar sus reivindicaciones coreando consignas que interrumpieron la primera intervención de Yolanda Díaz, en la apertura del acto.
La cabeza de cartel de la coalición de izquierdas trató de apaciguar los ánimos mostrando su solidaridad con los despedidos y comprometiéndose a que, si se instala en La Moncloa, impulsará una reforma de la Sociedad Estatal de Participación Industriales (SEPI) para que no dependa del Ministerio de Hacienda y se convierta en una agencia moderna que reindustrialice el país y, más concretamente, la Bahía de Cádiz.
No sirvió de nada. Los manifestantes guardaron silencio durante el resto del mitin hasta que la número uno por la provincia, Esther Gil, cedía la palabra nuevamente a Yolanda Díaz para cerrar el acto. Los manifestantes se colocaron detrás del escenario y volvieron a hacerse oír de tal manera la organización decidió dar por acabado el acto.
Los trabajadores aseguraron que la acción no iba encaminada a cuestionar a la ministra, que ha estado en dos ocasiones en Cádiz para abordar su situación, sin que haya concretado, aclararon los afectados, soluciones algunas. Tampoco querían, sostuvieron, reventar el acto, sino denunciar la precariedad. Pero la formación se quedó con mal sabor de boca. Los asistentes, también. Al término del mitin, no se hablaba de otra cosa.