El rincón gastronómico del Mercado Central se ha quedado helado. Y no porque el viento del Norte haya tomado la calle Libertad hasta embocar por Garaicoechea. Ni porque el Poniente llegara desde La Cruz Verde, como un cuchillo, hasta cortar de frío las banderas que flamean en el edificio de Correos.
La razón, más dulce, fresca y deliciosa, la tienen y la ponen en tarrinas y cucuruchos Francesca Misuraca y Vittorio Carnemolla, los romanos de la pizzería Di bocca in bocca, que ahora se lanzan a una nueva aventura empresarial en el córner gourmet de la Plaza con la recién inaugurada Gelateria de idéntico nombre a la trattoria que les consagró ante el público gaditano primero en la calle Nereidas, luego en la calle del Oso y el Madroño del chiclanero Pinar de los Franceses y ahora, cuatro puestos más allá, en los 110-111.
Porque el 115 de la plaza de abastos gaditana cuenta con una heladería artesanal que espera conquistar tantos paladares como corazones ya llevan conquistados esta pareja de romanos, que si bien hasta ahora se les podía ver con las manos en la masa, ya se les puede ver hasta en bolas... de helado.
Con fórmulas artesanales y modos italianos, la heladería Di bocca in bocca ofrece sabores que complacen tanto a la vista como después al gusto. Helados con sabores tan apetecibles como el de brownie, de oreo, de crema al whisky, de limón, de chocolate, de sorbete de fresas o de mango, de leche merengada o de pasas al ron comparten expositor de frío y placeres con otros sabores con nombres tan enigmáticos como el de fantasía o el de nubes. Por no decir del increíblemente llamativo para la vista y es de suponer que placentero al olfato y riquísimo al gusto con una doble composición que suena a poesía fría, que no es otro que el de vainilla y tocino de cielo.
En tarrinas de varios tamaños al igual que diversos calibres de cucuruchos, Di bocca in bocca y su carta helada completa aún más la oferta gastronómica del rincón gourmet del Mercado Central de Cádiz.