Cinco supervivientes de cáncer de diferentes comunidades españolas han completado en Cádiz la primera etapa de un viaje a bordo de un velero que zarpó de Bilbao el 12 de octubre, una travesía con la que quieren trasladar un mensaje de esperanza a quienes tienen esta enfermedad.
“Cuando llegamos a puerto nos miramos y nos decimos entre nosotras que ya hemos superado una etapa, y nos recordamos a nosotras mismas cuando íbamos pasando de fase de quimioterapia o nos operaban”, explica a EFE Fátima Domínguez, una de las participantes de la sexta edición del Reto Pelayo Vida, que navega alrededor de la Península Ibérica con el velero "Cannonball", de 22,25 metros de eslora.
Fátima Domínguez, de 56 años y natural de Jerez (Cádiz) aunque residente en Chiclana, es la tripulante andaluza, junto a Maríán Cáliz, de Elche (Alicante), Lorena Madrid (Murcia), María Aldama (Barakaldo) y Nuria Gómez (Teruel).
Domínguez está convencida de la metáfora que supone este viaje con el desarrollo de su propia enfermedad, porque está cargado de esfuerzo, sacrificio, lucha y una progresión de etapas que tienen una meta.
“El Cantábrico ha sido muy duro”, explica recordando la primera parte del viaje, que empezó en Bilbao el pasado 12 de octubre, “porque hacía mucho frío y muchas olas”, y desde entonces han navegado sin tocar ningún puerto excepto para solucionar un imprevisto en Bayona (Pontevedra).
Después, el recorrido por el Atlántico portugués ha sido mucho más agradable porque “el viento nos llevaba con mucha velocidad y ha hecho muy buen tiempo”, aunque dos orcas provocaron un sobresalto, al chocar una de ellas con el velero, que no pasó a mayores.
Para Fátima, la llegada a Cádiz, primer puerto andaluz en el que han recalado, ha sido especial porque ha podido explicar a sus compañeras la belleza de su tierra desde el mar, aunque ya les advierten de que el paso por el estrecho de Gibraltar va a ser duro.
“Parece que viene viento de levante, pero ese viento me lo conozco yo”, se reta a sí misma la gaditana, que antes de embarcarse en esta aventura, ya tenía cierta experiencia en el mar a bordo de pequeños barcos o tablas de windsurfing.
A Fátima le diagnosticaron primero un cáncer de riñón y, nada más darle el alta, le comunicaron que tenía otro de mama, así que está acostumbrada a las tempestades con las que azota esta enfermedad.
“Tener cáncer es como entrar en un club en el que nunca has querido que te inviten, pero cuando estás dentro es muy importante ayudar a los demás, explicar las dudas de otros, las experiencias que has tenido con la quimio, cómo es esta fase y la otra, porque eso ayuda mucho”, relata convencida.
Tras la estancia en Cádiz, donde el velero participará en una regata con otros barcos, se marcharán hasta Málaga, y de allí a Valencia y Barcelona, donde el viaje terminará el próximo 24 de octubre.
Si todo va bien, Fátima Domínguez tiene claro a quién le dedicará el éxito de la travesía porque es también parte de su motivación en esta aventura.
“Mis amigas y yo jugamos al golf en Sancti Petri y una de ellas murió en noviembre; a mi prima se lo acaban de diagnosticar… así que se lo dedico a ellas, a las que no pudieron sobrevivir y a las que están empezando a luchar”, detalla emocionada.
Fátima hace guardias cada tres horas y también se turna el llevar el timón del velero, en un ejercicio de entrega y responsabilidad, que es también metáfora de su propia vida.